El papa Francisco recibió en su despacho en el Vaticano al ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, con quien compartió animadamente sobre diversos temas, a pesar de las fuertes diferencias que ha tenido la vieja monarquía católica romana y las administraciones demócratas de Washington.
La agenda liberar que han tratado de imponer en el mundo, el propio gobierno del ex presidente Clinton, Barah Obama y ahora el presidente Joe Biden, han tenido que enfrentar la milenaria muralla eclesiástica católica.
Cabe recordar los cientos de cables filtrados a Wikileaks desde la Embajada de EE UU en la Santa Sede, representó una colisión entre dos imperios, con una vieja tradición conservadora.
Sin embargo, para EE.UU. sus diferencias con la vetusta monarquía, un sistema de poder milenario, anquilosado y hermético, representa un choque cultural insignificante a pesar de ser presidencialista, moderno, democrático, expansivo y republicano.
Mas cuando el ex presidente Clinton se hace acompañar del heredero del conglomerado Georges Soros, Alex Soros, quien promueve financia y diseña parte de la política liberal estadounidense ante el mundo, y que ha iglesia católica ha enfrentado con dureza.
El asesinato de John F. Kennedy rompió con 57 años de una cercana relación entre la mayor potencia política del mundo y su par espiritual, el 22 de noviembre de 1963.
Se entendía que la elección del presidente Biden, un católico practicante, cambiaría las tensas relaciones que motorizó el ex presidente Donald Trump con la Santa Sede; no obstante, el rechazo de la monarquía católica romana a la agenda liberal demócrata ha dejado en el freezer la amistad entre ambas fuentes de poder.
