-Ramón Vargas
La ignorancia es el peor de los males que afecta a la humanidad. Casi todos los problemas a ella se asocian y, lo que es peor, tiene cura y muy poco se hace para combatirla.
Dice el profesor Alberto Vignoni, que la ignorancia es más rápida que la inteligencia… ¿La razón? El inteligente piensa, razona y reflexiona. El ignorante sólo actúa y no mide consecuencias.
Los países con más nivel de vida y riqueza, son los que más invierten en educación.
No hay raza superior, la inteligencia está relacionada a las mejores oportunidades para educarse, proceso que debe iniciarse desde el embarazo de la madre, y que se garanticen los nutrientes necesarios para que los niños desarrollen el conocimiento. Nada tiene que ver con la raza ni el color… Un niño africano, con las mismas oportunidades de un europeo, puede desarrollar el mismo nivel.
La ignorancia es un cáncer social que cuando hace metástasis, como es el caso nuestro, convierte la sociedad en lugar de habitantes, no de ciudadanos…
Sólo los países donde proliferan los ignorantes, reeligen y reeligen a sus propios verdugos responsables de todos los males. Verdugos que además, tienen en común no preocuparse por elevar los niveles de conocimiento, para eternamente beneficiarse del oscurantismo de sus dirigidos.
¿En qué país de personas civilizadas aparece una mantequilla derritiendo incautos, con el cuento de duplicar el dinero en un mes…? Y tan bien le fue, que ya el hermano estaba hablando de hacer un partido para ser candidato a la presidencia.
Bueno, alguien dirá que con el corral que tenemos, otro burro más‐ con el perdón de esos nobles animalitos que tan buen servicio hacen a nuestros campesinos-, no importa.
¿Conoce alguien otro país donde «un vivo» pinte un pedazo de madera color amarillo, y aparezca un bobo que lo compre como un lingote de oro?, ¿Acaso hay otro lugar dónde un torpe le entregue un millón «a un brujo haitiano» para que lo entierre en un cementerio y lo duplique por dos?, ¿En qué otra ciudad del mundo usted ve un sinvergüenza poniendo letreros «se cura el pecho apretado», «se cura el cáncer», «se cura el SIDA», etc.? Y lo que es peor, ¿En qué otro lugar se permiten esos atentados en contra de la salud?
¿Ha visto usted en algún lugar del mundo personas voceando a todo pulmón, con botellas de cuántas basura se le antoje: «mamajuana que levantan los muertos».
Cuando lo cierto es que el «difunto» en su ataúd, como la » pichula» de Vargas Llosa, ni los encantos de Isabel Preysler lo resucita…
Alguien dijo, creo que Facundo Cabral: «cuídense de los pendejos, muchos son y por todos lados están…».
