Chris Mañón está como invitado con el equipo de los Warriors de Golden State en la Liga de Verano.
Para construir un exitoso equipo de baloncesto no se pueden tener cinco Jordan, LeBron o Shaquille.
Hay roles específicos que llenar en el deporte de aro y el balón, desde el que la pasa, el que la encesta, el que defiende, el que rebota, etc.
Hay jugadores que lo pueden hacer todo en gran medida. Otros lo pueden hacer en menor grado, pero no dejan de ser importantes para lograr el objetivo final.
Inscriba el nombre del dominicano Chris Mañón entre aquellos que están dispuestos a sacrificar protagonismo en función de ejecutar las jugadas correctas en beneficio de su club.
“Hacer todas las pequeñas cosas que nadie más quiere hacer”, dijo Mañón cuando le preguntaron qué quiere hacer para destacar entre los equipos en una entrevista personal con Joseph Dycus, el periodista de los Warriors, que le fue proporcionada a la sección de la Universidad de Vanderbilt de la página electrónica de Sports Illustrated . “Obviamente, mi juego ofensivo tiene que mejorar, pero en todo lo demás intento hacerlo lo mejor posible”.
La intensidad, la agresividad -sin caer en la maldad- son características resaltables en el tipo de juego que Mañón pone en la cancha y al que no muchos están dispuestos a cultivar ya que la mayoría aspira a hacer las grandes cosas.
«Es un jugador que cambia el juego», dijo Lainn Wilson, entrenador de la Liga de Verano de los Warriors. «Tiene un gran impacto en el partido y es una especie de chispa, provocando pérdidas de balón en campo abierto, lo que se traduce en canastas automáticas en transición para nosotros. Eso realmente puede ayudarnos a darle la vuelta al partido».
Ese tipo de actitud, disposición y entrega parece ser que fue percibida por el gerente general de los Warriors, Mike Dunleavy Jr. y por la cual se ha arriesgado a darle la oportunidad de audicionar como agente libre y sin nada garantizado.
“Intento influir en el partido de cualquier manera posible”, dijo Mañón. “La mayoría de las noches creo que soy capaz de defender al mejor jugador del equipo contrario y ser disruptivo en todo momento. Siempre que puedo desviar el balón, atrapar un balón suelto o tirarme al suelo para atrapar un balón suelto, lo intento”.
El jugador es consciente de la situación que enfrenta, con un marge de error mínimo y con muchos ojos colocados sobre él. Mientras otros se preocupan por buscar protagonismo y acumular estadísticas, Mañón quiere hacer las cosas correctas para ayudar a su equipo a ganar.
“Intento hacerlo todo, desde rebotear, robar balones y tapones”, dijo Mañón. “Ser disruptivo y, obviamente, tener las manos activas [es lo que se me da bien], seguir el plan de juego al pie de la letra y ser muy detallista. Intento hacerlo todo”.
En la NCAA, el jugador de 6-5 de estatura jugó para Cornell y Vanderbilt en la conferencia de la Ivy League, reconocida más por sus lauros y estatus académicos que por sus resultados deportivos.
En su año de senior con Cornell fue elegido al primer equipo de la conferencia y del torneo de la misma con promedios de 12.5 puntos, 4 rebotes y 3.5 asistencias. Anotó en cifras dobles en 21 ocasiones y encabezó el circuito en bolas robadas (2.2).
No fue particularmente muy acertado en sus lances detrás del arco con un 33.8 por ciento, pero encestó el 63.1 por ciento de sus intentos de dos puntos.
De por vida en 111 partidos y 19 minutos por juego cerrò con averages de 9.9 puntos, 3.8 rebotes y 2.1 asistencias mientras anotaba el 60 por ciento de sus lances de dos.
