Sector construcción pierde impulso tras década de expansión sostenida



El empleo informal domina la actividad y la inversión privada muestra signos de desaceleración

El sector construcción fue, durante la década 2014-2023, uno de los más dinámicos de la economía dominicana, con una tasa de crecimiento promedio anual de 8.3 %, por encima del promedio nacional de 5 %.

Esta actividad no solo tuvo un impacto decisivo en el producto interno bruto (PIB), sino también en la generación de empleo, con una participación promedio de 7.9 % en el total de ocupados del país, la mayoría en condiciones de informalidad. Su desempeño estuvo directamente vinculado a las inversiones públicas y privadas, en particular aquellas orientadas a infraestructura de transporte, turismo y vivienda.

En 2022, el valor agregado del sector representó el 15.2 % del PIB, reduciéndose ligeramente a 14.7 % en 2023, lo que aún lo mantiene como uno de los motores claves de la economía. Este empuje ha sido reflejo tanto del gasto público como del repunte de la inversión privada en construcción, que pasó de RD$8,732 millones en 2013 a RD$203,820 millones en 2019. Aunque en 2020 se produjo una caída de 58.8 %, la recuperación fue gradual, con un crecimiento promedio de 32 por ciento en el trienio 2021-2023. En ese mismo período, las construcciones privadas crecieron en 534 %, pasando de 1,767 en 2014 a 9,433 en 2023, extendiéndose hacia provincias fuera del eje tradicional urbano y turístico, como La Vega, Samaná y San Pedro de Macorís.

Sin embargo, el panorama actual muestra un cambio. De acuerdo con el Banco Central, durante el primer trimestre de 2025 el sector construcción registró una caída interanual de -1.2 %, contrastando con el desempeño positivo de otras actividades como los servicios financieros (9.3 %), transporte (5.5 %) y comercio (4.1 %). La desaceleración reciente responde a una combinación de factores, entre ellos el incremento sostenido de los precios de los materiales de construcción tras la crisis global por la guerra en Ucrania, con aumentos de hasta 291 % en el acero y más del 50 % en el cemento entre 2019 y 2023, según datos de la Oficina Nacional de Estadística (ONE).

Estas alzas inflacionarias llevaron a una política monetaria restrictiva desde noviembre de 2021, encareciendo los créditos hipotecarios y reduciendo la demanda. Pese a una leve reactivación observada en los primeros meses de 2024 (6 %), impulsada por la flexibilización de la política monetaria y mayor liquidez bancaria, el sector no ha logrado mantener el ritmo de los años anteriores.

En términos anuales, los resultados también confirman la pérdida de dinamismo del sector. En 2023, la construcción apenas creció un 0.9 %, mientras que en 2024 registró una variación de apenas 2.1 %, lejos de los niveles de expansión observados en la década anterior.

Estas cifras consolidan la tendencia descendente iniciada tras el repunte de 2021 y reflejan el impacto de los altos costos y otros factores.

El impacto sobre el empleo ha sido evidente. La construcción fue el quinto sector que más empleo generó en la última década, con 7.7 % del total de ocupados. No obstante, el 86.3 % de los trabajadores lo hacían en condiciones de informalidad en 2023, ubicándose sólo por debajo del sector agropecuario en este indicador.

El estudio “Mercado laboral y mano de obra extranjera en el sector construcción en República Dominicana”, elaborado por Marina Ortiz y Rita Mena para el Instituto Nacional de Migración, destaca que nueve de cada diez trabajadores del sector están fuera del sistema formal.

La evolución del empleo ha sido paralela al comportamiento del sector. En 2018, el empleo en construcción creció 9.2 %, de la mano de un crecimiento sectorial de 10.4 %.

En 2020, en plena pandemia, el empleo total cayó 5.5 %, destacándose una reducción de 22.2 % en los ocupados formales, frente a una caída de sólo 2.8 % entre los informales. Para 2021, se recuperaron 65 mil empleos, de los cuales el 98 % eran informales.

El informe de Ortiz y Mena subraya también que los trabajadores extranjeros, principalmente de origen haitiano, están mayoritariamente insertos en este segmento informal del sector.

En el primer trimestre de 2020 había 41,396 trabajadores formales y 323,538 informales en construcción.

Durante el segundo trimestre, la ocupación informal se redujo en 30,000 plazas, mientras los formales aumentaron levemente, efecto de los programas de apoyo implementados por el Gobierno.

Sin embargo, en el tercer trimestre de ese año se invirtió la tendencia: se redujo el empleo formal y repuntó la mano de obra informal, que ganó 98,336 plazas hasta el tercer trimestre de 2021.

La brecha entre ocupados formales e informales se ha mantenido amplia. Mientras en 2015 era de 232,407 trabajadores, en 2019 ascendía a 297,507 y en 2021 alcanzó 372,875, para estabilizarse entre 360 mil y 370 mil trabajadores en los trimestres siguientes. Esta característica estructural del mercado laboral en construcción plantea importantes desafíos en términos de regulación, seguridad social y garantías laborales.

Pese a los esfuerzos por impulsar el sector, las cifras actuales muestran que su dinamismo se ha moderado. El crecimiento registrado en el primer cuatrimestre de 2024 no logró sostenerse en el inicio de 2025, lo que plantea interrogantes sobre la eficacia de las políticas de reactivación. Si bien el sector sigue siendo un pilar de la economía, su dependencia de insumos importados y de condiciones de crédito favorables lo hacen particularmente vulnerable ante choques externos y decisiones de política monetaria.

Las estrategias, el estímulo

El comportamiento reciente exige una revisión integral de las estrategias de formalización del empleo y de estímulo a la inversión privada, especialmente en las provincias emergentes donde se está extendiendo el desarrollo inmobiliario. También llama la atención sobre la necesidad de generar condiciones de empleo más estables y seguras para la población migrante que participa en este rubro productivo.

En síntesis, aunque el sector construcción ha sido clave para la economía dominicana en la última década, su situación actual exige atención. La caída de 1.2 % en el primer trimestre de 2025 y el alto grado de informalidad laboral indican que los retos van más allá del crecimiento económico.

Se trata de una actividad con fuerte efecto multiplicador, pero que también concentra vulnerabilidades que deben ser abordadas desde la política pública, la inversión responsable y la gestión eficiente de los recursos materiales y humanos.

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