DR. ISAÍAS RAMOS
En la mayoría de nuestros barrios el agua tarda hasta 15 días en llegar; muchos jamás la reciben. Mientras inauguran obras de lujo, los sectores populares cuentan los días sin agua. No somos profetas del desastre; somos las voces que denuncian y exigen lo evidente. Si el país vive así, la catástrofe no está en las palabras: está en la llave cerrada.
El agua primero para los sectores privilegiados; al barrio le racionan la sed. En Cabo Rojo–Pedernales ya abren válvulas y plantas para el polo turístico, pero en los barrios el grifo sigue siendo una ruleta. Antes que la piscina del resort, el agua debe llegar a la casa del pueblo. Ningún niño aprende con sed.
El ministro de Hacienda dijo que un peso más débil trae beneficios a sectores transables. Puede ser, pero al trabajador le trae servicios y comida más caros. Sube el dólar. Sube la factura. Platos vacíos o medio vacíos. La estabilidad se mide en la mesa del hogar.
Inversión, sí; inversión que deje país: salario y pensión justos, valor agregado y compras locales auditadas, impuestos netos y contratos abiertos, con sanción si no cumplen. Zonas francas y turismo reportan récords brutos inflados por insumos importados. Lo que queda aquí ronda 30–40 por ciento; además, muchas compras a zonas francas se facturan exentas de itbis y su salario mínimo no cubre ni el 70 por ciento de la canasta del quintil 1. Mucha espuma; poco chocolate.
¿Y el turismo, qué aporta al fisco? El grueso entra por impuestos de entrada y salida, alrededor de 16 mil millones de pesos en 2024. Las exenciones de confotur superan 12 mil millones al año y lo demás es un libro sellado. El Ministerio de Turismo exhibe presupuesto y gastos de representación desproporcionados. Exención sin metas es privilegio, no política pública. Promocionan récords; esconden exenciones. Un gobierno responsable publica ambos.
Los subsidios no focalizados a combustibles y a pérdidas del sistema eléctrico devoran miles de millones sin transformar nada. Si bajan los costos, las tarifas no bajan con la misma velocidad. Subsidio sin reforma es respirador sin terapia. Si el costo baja y la tarifa no, eso tiene nombre: abuso.
La hemorragia silenciosa completa el cuadro: cerca de 30 de cada 100 pesos públicos se van solo en intereses. Antes de escuelas, hospitales o agua, ya se pagó el peaje financiero. El salario es la primera víctima: sueldos que no alcanzan la canasta; sudor sin recompensa.
Mientras tanto, en vez de reparar la seguridad social para garantizar salud, protección y retiro dignos, empujan una reforma del código laboral que elimina derechos y precariza. No corrigen el sistema que exprime al que trabaja; lo endurecen. Más mano dura sobre el débil no es modernización: es retroceso social.
¿Puede un modelo con medio siglo de incentivos y salarios de subsistencia seguir pidiendo casi mil millones de dólares al año en exenciones e itbis y dejar menos de setecientos millones netos en sueldos? ¿Hasta cuándo subsidios sin reforma, contratos que nadie puede leer y salarios que no alcanzan?
¿Qué pedimos? Condiciones, transparencia y agua primero. El Frente Cívico y Social propone condicionar exenciones a resultados medibles: salario base igual o superior al 100 por ciento de la canasta del quintil 1, pensiones justas, contenido local auditado y beneficiario final visible. Si no cumplen, devuelven lo exonerado y pierden el incentivo el año siguiente.
Además, un registro público de valor agregado doméstico por subsector y empresa, con datos por compañía (exportación bruta, parte importada, valor agregado, salarios y compras locales), bajo auditoría independiente y con sanción por incumplimiento. Regla de oro en precios y tarifas: si bajan los costos, bajan los precios en 15 días; sin auditoría, no hay ajuste. Pedernales —y toda gran obra— debe financiar agua y saneamiento en las comunidades antes de inaugurar. Contrato que no se pueda leer, no se paga.
Inversión que deje valor en el país y mejore la vida en cada barrio. Con esta partidocracia es ilusorio esperar que lo hagan solos. Por eso impulsamos candidaturas independientes auténticas para hacer efectiva la Constitución del Estado Social y Democrático de Derecho.
Un gobierno del pueblo, por el pueblo y para el pueblo, con salario digno, pensiones justas, agua diaria, tarifas justas y libros abiertos. El presidente reiteró la semana pasada lo que ya había dicho el 21 de abril: habló de “profetas de desastres y tragedias” y pidió recomendaciones. Aquí van las más simples: antes de inaugurar hoteles con dinero del pueblo, cumplan su deber de garantizar derechos y servicios esenciales. Lo demás es espuma. Aquí hace falta chocolate.
¡Despierta, RD!