Refundar la Nación: Salvar la Patria y Defender la Constitución



Dr. Isaías Ramos

Nuestro país vive uno de los momentos más críticos de su historia republicana.
No estamos ante una simple crisis política, sino ante una descomposición moral, institucional y económica que amenaza con romper definitivamente el tejido nacional.

La partidocracia, durante décadas, ha secuestrado al Estado y lo ha convertido en un instrumento de intereses particulares. Hoy, el pueblo dominicano paga el precio de ese secuestro con una deuda externa asfixiante que consume cerca del 30 % del ingreso tributario solo en intereses, mientras los hospitales se caen, los agricultores quiebran, la inseguridad azota, los servicios esenciales colapsan y los corruptos se esparcen como mala hierba.

Este lunes en LaSemanal, el propio presidente Luis Abinader intentó minimizar la magnitud del endeudamiento nacional, asegurando que su gobierno “es el único que ha logrado disminuir la deuda en términos del PIB”. Una afirmación que suena bien, hasta que se mira con la lupa del sentido común. Porque el truco está precisamente ahí: en maquillar las cifras comparando la deuda con el PIB, un indicador que crece en parte por inflación, por ajustes estadísticos o por el mismo endeudamiento, mientras la realidad económica del pueblo se derrumba.

Lo que el presidente no dijo —ni ningún partido de esta partidocracia se atreve a admitir— es que casi un tercio de todos los ingresos del Estado se destinan ya al pago de intereses financieros. Eso significa que por cada peso que el pueblo paga en impuestos, treinta centavos se van a los bolsillos de los acreedores internacionales.

¿Puede un país considerarse libre cuando trabaja solo para pagar intereses? ¿Puede hablarse de progreso cuando se hipoteca el futuro de los hijos por la incompetencia de sus dirigentes? Algunos fideicomisos, como RD Vial, destinan más del 50 % de sus ingresos solo al pago de intereses. Esa es la verdadera medida del secuestro financiero del Estado.

No se trata de un problema técnico: es una cuestión moral y de soberanía nacional. Mientras los funcionarios discuten porcentajes, el pueblo paga la factura con hospitales sin medicinas, escuelas sin maestros motivados y jóvenes sin esperanza.

A esa deuda económica se suma una deuda social insoportable: dos generaciones de jóvenes “ni-ni” que ni estudian ni trabajan, víctimas de programas perversos como “pagar para no matar”, perdidos en los vicios, la desesperanza, la falta de oportunidades y la ausencia total de referentes éticos.
A su alrededor, una inseguridad jurídica y ciudadana angustiante, que deja a cada dominicano sin amparo ni protección de su propio Estado.

Y como si todo esto fuera poco, sufrimos una invasión pacífica y agobiante en nuestras fronteras, tolerada por quienes deberían defender la soberanía nacional. Ese silencio cómplice equivale a una rendición moral. Han renunciado a defender la patria.

Pero el pueblo dominicano no ha renunciado.
Porque la patria no pertenece a los partidos ni a las élites, sino a quienes la aman y la trabajan cada día con dignidad.

Y es aquí donde debemos hacer una pausa de conciencia.
De toda crisis surge también una oportunidad de renacer, si el pueblo asume su destino con valor, con fe y con conciencia cívica. Cada nación que ha caído en la oscuridad ha tenido un momento en que hombres y mujeres decidieron ponerse de pie. Ese momento ha llegado para la República Dominicana.

Por eso, desde el Frente Cívico y Social, afirmamos con claridad y firmeza: esta nación necesita ser redundada.

Redundada sobre la base de su Constitución, de sus valores fundacionales y de la verdad moral que un día nos hizo libres.

Refundar la nación significa reconstruir su justicia, salvar su soberanía, devolverle sentido a la educación y reconectar al ciudadano con su deber cívico.

Esa refundación no saldrá de los salones del poder.
Nacerá en las calles, en los campos, en los hogares donde aún late el amor por la patria.
Nacerá de los núcleos cívicos, de los dominicanos honestos que decidan levantarse y organizarse pacíficamente para defender la Constitución y salvar la República.

La historia nos está mirando.
El tiempo de la indiferencia se acabó.
Cada ciudadano debe decidir si será cómplice del derrumbe o protagonista del renacer nacional.

Refundar la nación no es una opción: es un deber histórico.
Porque la patria vive mientras haya dominicanos dispuestos a defenderla.

Y esa refundación… ya comienza.

El Frente Cívico y Social nació para refundar la patria bajo los principios y valores que le dieron origen.

¡Despierta, RD!

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