El 2025 fue un año donde la música volvió a mandar fuerte, y tres nombres se colocaron muy por encima del resto: Bad Bunny, Rosalía y Lady Gaga. Cada uno, desde su propio universo, lanzó un álbum que no solo arrasó en números, sino que también marcó un antes y un después en sus respectivas carreras.
El dominio absoluto lo tuvo Bad Bunny con “DeBÍ TiRAR MáS FOToS”, un disco que rompió todos los récords posibles. Fue el álbum más escuchado del año en Spotify, con cifras que rozan lo impensable: casi 20 mil millones de reproducciones. La crítica lo abrazó, los premios lo confirmaron —cinco Latin Grammy y seis nominaciones a los Grammy— y el impacto fue tan grande que llevará al puertorriqueño a hacer historia como el primer artista latino en encabezar el show del medio tiempo del Super Bowl. Más que un álbum, fue un fenómeno cultural.
Desde Europa, Rosalía volvió a sorprender con “Lux”, un trabajo que rompió cualquier expectativa. Lejos de repetir fórmulas, la española se fue por un camino más profundo, mezclando religión, filosofía y experimentación sonora. El resultado fue un disco intenso, difícil de encasillar, pero celebrado por la crítica internacional, que lo colocó entre los mejores del año. Canciones como “La perla” se convirtieron en himnos, confirmando que Rosalía no sigue tendencias: las crea.
El tercer vértice de este año musical lo completó Lady Gaga con “Mayhem”. Su regreso al pop más directo y comercial fue un golpe de autoridad. El álbum debutó con fuerza, acumuló siete nominaciones a los Grammy y vino acompañado de conciertos masivos, incluyendo uno histórico en la playa de Copacabana, donde reunió a más de dos millones de personas, superando incluso a Madonna. Temas como “Abracadabra” y “Die with a Smile”, junto a Bruno Mars, devolvieron a Gaga a la cima del pop global.
Pero el 2025 no fue solo de gigantes. Natalia Lafourcade apostó por la intimidad con “Cancionera”, un disco grabado de forma completamente análoga, en una sola toma, celebrando sus raíces y sus 40 años de vida. Pulp regresó tras más de dos décadas con “More”, convenciendo a fans y críticos de que el brit pop aún tiene mucho que decir. Dijon sorprendió con “Baby”, un álbum silencioso en números, pero venerado por los expertos por su innovación.
También hubo espacio para la catarsis personal: Lily Allen convirtió su divorcio en música con “West End Girl”, un disco crudo y directo, escrito y grabado en apenas 16 días. Y en el terreno audiovisual, la banda sonora de “K-Pop Demon Hunters” se coló entre lo más escuchado del año, demostrando que el cine animado también puede dominar las listas musicales.
Tal como recoge el trabajo de la periodista Alicia García de Francisco para la agencia EFE, 2025 fue un año donde la música no solo se escuchó: se sintió, con artistas que se atrevieron a cambiar, a arriesgar y a marcar territorio. Un año difícil de repetir… y fácil de recordar.