De Kosovo a Donbáss:



LA HIPOCRECIA DE OCCIDENTE.
-Ramón Vargas.

El mundo occidental, que no es otro que la expresión cómplice de Estados Unidos y la vieja Europa que colonizaron y saquearon a los indefensos pueblos de América, Asia y África, camina hacia su definitiva decadencia.

Su adaptación a un mundo multipolar donde las decisiones, sea el resultado del consenso y el respeto a los intereses colectivos, no encaja con su visión unilateral de dominio, no sintoniza con la dinámica y las realidades de hoy.

Y es que esa realidad nos dice con China tocando las puertas para ser la principal economía mundial, Rusia con el poderío militar que imposibilita su derrota, y otras potencias regionales India, Irán, Turquía y otros reclamando sus espacios, ya nada será igual.

Las críticas a Rusia por la incursión en Ucrania se justificarían si se tratara de países con calidad moral, pero no de Occidente. Kosovo es el mejor ejemplo…

En el 2008 el Parlamento de Kosovo, de manera unilateral e ilegal, con el apoyo de Occidente, proclamó la independencia de Serbia, tradicional aliada de Rusia. Como era de esperarse, Belgrado se opuso y «los defensores del mundo libre», con la OTAN de punta de lanza, aprovechando las debilidades de Rusia gobernada por un borracho, Boris Yeltsin, lanzaron un inmisericorde bombardeo contra Serbia. ¿Su argumento? «la protección civil del Kosovo».

El Kosovo era una provincia de Serbia que se fue poblando de albaneses y se convirtieron en mayoría. En ese momento no le importó al llamado «mundo occidental» la integridad de Serbia. En cambio, ahora no les importa el derecho de los rusos parlantes y la defensa que, de ellos, hace Rusia; tampoco les importa que estos que sí han vivido allí siempre, es decir, en Donbáss, y son ucranianos de varias generaciones.

Otro ejemplo que demuestra la inmoralidad de Occidente y le da a Putin, si no la razón, sus razones, es que recientemente la famosa Revista alemana Del Spielguel publicó los documentos con fechas y nombres de los acuerdos después de la disolución de la URSS donde se establecía el compromiso de la no ampliación de la OTAN hacia el Este. El acuerdo de marras fue firmado por los ministros de relaciones exteriores de Alemania, Francia y los Estados Unidos.

Cuando Hans Dietrich Gencher asumió la cancillería de Alemania, comenzó la expansión de la OTAN. Kesinger y Miterrand advirtieron que ese era un error innecesario. Fue por eso que Putin, en la conferencia sobre seguridad en el 2008, denunció el engaño y que la disolución de la URSS había sido un histórico error.

El triunfo de Occidente en la guerra fría no fue correctamente manejado; la obsesión de querer estrangular y cercar a Rusia no le dará los resultados esperados.

Un País con más de 17 millones de kilómetros cuadrados, el más grande de Europa y de Asia, tan grande es que cuando el sol se pone en el Oeste, está saliendo por el Este, que para ir de Moscú hasta Vladivostok por tren se dura una semana. Un País así, con miles de ojivas nucleares, no aceptará provocaciones y humillaciones.

Los extremistas ucranianos que exhiben la figura de Stepan Bandera, colaborador nazi en la segunda guerra mundial, apoyado por Zelenski, cavaron su propia tumba. Ese es un tema muy sensible en una Rusia que perdió 22 millones de sus habitantes en esa contienda bélica.

Ese conflicto pudo evitarse, solo era necesario el sentido común; Rusia se entendió incluso con jefes de estado pro‐occidentales (Aleksander Turchinov, Julia Timoshenko), sólo que éstos nunca amenazaron a Rusia con llevar los misiles de la OTAN a su frontera ni tener en jaque sus ciudades.

Ucrania está pagando el error de elegir un comediante y no un estadista…

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