¿Qué se debate en las organizaciones políticas juveniles?



Isidro Toro Pampols

Nada, bien puede ser la respuesta en la mayoría de las organizaciones juveniles de los partidos políticos hispanoamericanos. Incluso, cabe la misma objeción en muchas agrupaciones de mayores.

Pero no siempre fue así. Tras la Revolución cubana se desató un intenso debate entre los jóvenes estudiante militantes políticos en torno al marxismo y su viabilidad en el continente. Se hablaba de leninismo, estalinismo, trotskismo, maoísmo, socialdemocracia, nacionalismo revolucionario y las distintas variantes que se explicitaban frente a la ortodoxia soviética, contrastándose con el socialcristianismo, liberalismo y otras doctrinas. En la discusión participaban todos los grupos juveniles del universo partidista.

De su lado, la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), que es el organismo creado por las Naciones Unidas en 1948 con el propósito de estudiar la situación económica y social de los países del área latinoamericana y caribeña, presentaba su conjunto de ideas y planteamientos económicos y sociales que aspiraban orientar el desarrollo de la región. De allí salió el diseño del economista argentino Raúl Prebisch sobre la teoría de la dependencia, la cual manejaba conceptos que describía la relación centro-periferia, la planificación económica, marginación social, implantación de políticas distributivas del ingreso, la integración económica regional, en el marco de un extenso menú de propuestas que tenían como denominador común la presencia de un Estado fuerte con capacidad para asumir directamente áreas de la economía: energía, minas, banca, telecomunicaciones, servicios básicos, entre otros. El cordón umbilical del desarrollo se basaba en la planificación, la industrialización y el proteccionismo. Estas tesis dieron sustento ideológico a partidos nacionales y ofrecieron material para fructíferas discusiones.

La doctrina social de la iglesia que, en apretado resumen, podemos decir es la guía de cualquier buen cristiano y la cual debe seguir sobre la base del Evangelio, el Magisterio de la Iglesia y la Tradición, devino en partidos políticos identificados unos como social cristianos, otros como demócratas cristianos, los que, tras el Concilio Vaticano II (1962-1965) y el pensamiento de filósofos como Jaques Maritain, les dieron textura ideológica a dichas organizaciones. Hoy la alemana Angela Merkel es quizás la figura más importante de la democracia cristiana mundial.

En Hispanoamérica surgieron partidos nacionalistas como la Alianza Popular Revolucionaria Americana (1924), fundado por Víctor Raúl Haya de la Torre con la intención de crear una red de movimientos sociales antiimperialistas en la América Latina. Finalmente quedó como un partido político nacional en el Perú que, si bien no logró el ideario integrador original, si ejerció influencia en la organización del Partido Socialista de Chile y Acción Democrática en Venezuela, entre otros. La doctrina de estas agrupaciones, en general, era conformar una alianza de clases con el fin de alcanzar estadios de progreso económico y social, combatiendo la pobreza y defendiendo la soberanía de cada país.

A raíz del triunfo electoral del PRD en 1978, José Francisco Peña Gómez logró reunir en el país a importantes fuerzas políticas de la región atrayendo con su carisma y don de líder a destacadas figuras socialistas y de centroizquierda de todo el mundo, fortaleciendo a la Internacional Socialista en Iberoamérica. Hoy en la República Dominicana Leonel Fernández lidera una organización que promueve el estudio y el debate de ideas.

Este apretado resumen de propuestas que, por razones obvias, no incluye muchos movimientos, hechos o tendencias, le daban vida a intensos debates que motivaban a ir por adeptos y ganar elecciones en gremios, universidades y generales. Se disfrutaba una buena diatriba intelectual con abundantes datos e ideas, que alimentaba el deseo de estudiar y aumentar el conocimiento para luchar por lo que se defendía en la arena política. Las organizaciones juveniles eran dinámicas y prometían futuro a los partidos y a los países.

Hoy en Latinoamérica la mayoría de los partidos se han transformado en clubes electorales y fuera del tiempo eleccionario, en grupos con variados intereses, pero de escasa o nula formación. Pareciera que la caída del imperio soviético o Bloque del Este apagó el incentivo ideológico y sepultó en el seno de las organizaciones juveniles políticas el menú de temas para encarar en estudio y debate.

En la juventud hispanoamericana se habla de muchas cosas de interés: el medio ambiente, el ecologismo político, el feminismo, las ideologías nacionalistas contemporáneas, el neoliberalismo global, el populismo y neopopulismo, el liberalismo y los regímenes autoritarios, la economía capitalista en los países del extinto Bloque del Este; las tendencias culturales como el posthumanismo y el transhumanismo; la singularidad tecnológica, la Inteligencia Artificial, el ciborg. Importante es el tema ético que implica estas tendencias.

¿Dónde se debate? Pues en las universidades, academias, peñas y en las redes sociales. ¿Discuten jóvenes políticos? Pues sí. ¿Lo hacen orgánicamente en sus organizaciones? Allí está el error, ya que la mayoría de los partidos no le prestan atención ni a los temas ni a la organización juvenil, más allá del interés electoral.

Los partidos deben revisar la situación e implementar sistemas que incorporen orgánicamente a la juventud militante al tema de construir espacios de estudio y discusión, ya que hay suficiente materia a debatir y sacar provecho de este, de lo contrario el sistema político sufrirá las consecuencias.

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