Los donantes de esperma y de óvulos en Francia deben a partir de este jueves consentir que los niños que ayudaron a concebir puedan, cuando sean adultos, conocer su identidad y «el acceso a los orígenes personales».
Esta reforma aprobada hace un año «era inevitable, porque acompaña a un cambio en la sociedad», según la doctora Florence Eustache, de la Federación de Cecos, centros encargados de gestionar las donaciones de gametos y la reproducción asistida.
Los niños nacidos de donaciones efectuadas desde este jueves podrán pedir en la edad adulta conocer quién es «su» donante, una medida que no se aplica en cambio a quienes efectuaron sus donaciones antes de esa fecha.
En este último caso, se pondrá en marcha una comisión para ayudar a los actuales adultos a hallar a los donantes, pero sin garantías de éxito, ya que estos últimos podrán oponerse a que se desvele su identidad si se les contacta.
Hace 40 años, cuando se efectuaron las primeras inseminaciones, la esterilidad en una pareja se vivía como una «vergüenza» o como un tabú, y algunos padres no desvelaban a sus hijos las condiciones de su concepción, según Eustache.
No obstante, los psicólogos de Cecos aconsejan actualmente a las familias transparencia y se entiende mejor la voluntad de los menores de conocer sus orígenes, agrega.
Para miles de adultos nacidos por donación, se trata de «una búsqueda personal fundamental», según Alexandre Mercier, de la asociación PMAnonyme y quien identificó a su padre biológico tras comparar su ADN con los resultados de una base de datos en línea.
Para Mercier, se trata de «ponerle cara a ese hombre o a esa mujer, saber a quién debemos nuestros rasgos físicos, conocer su historial médico y diferenciar lo que hemos adquirido a través de nuestros genes de nuestra educación», agregó.
Sin embargo, «no se trata de sustituir a nuestros padres que nos han criado, ni de dejar de quererlos», agregó el hombre de 36 años, quien está en contacto regular con su padre biológico desde que lo encontró.