Por Charlie Núñez
En la década de los ochenta, una importante empresa del país realizó un estudio de mercado, se le preguntó a los jóvenes de la época a que joven admiraban más y la mayoría respondió que a George Bell, quien se encontraba dando palos en Grandes Ligas, jugando para los Azulejos de Toronto.
A la pregunta si querían seguir su ejemplo, esa misma mayoría decía que prefería imitar a los estudiantes de la Universidad Autónoma de Santo Domingo pues entendían que lo de George Bell era un parto de la naturaleza.
En todos los estudios realizados de muchos años atrás y hasta la fecha, una queja generalizada de los jóvenes es la falta de apoyo y oportunidad.
Sin embargo los George Bell no dejan de aparecer en las áreas que requieren talento, fundamentalmente en el arte y los deportes, nuestro país es una cantera de talento, pero la sociedad y el Estado en vez de apoyarles se dedican a celebrar y tratar de sacar provecho de los que llegan rompiendo con su propio esfuerzo los escollos sistemáticos que le limitan su ascenso.
Logrado el éxito pende sobre ellos una nueva amenaza impuesta por la misma sociedad que le negó el apoyo, y es que luego le quiere medir su éxito por la cantidad de millones de pesos que logre acumular.
Fíjense que en medio de la celebración del pueblo por las medallas olímpicas, el enfoque de la inmensa mayoría es cuántos millones les tocaba a cada quien y en especial a Marileidy.
A los que están triunfando y los que aspiran a triunfar les digo, no se dejen entrampar en el vicio del dinero, gánense y ganen mucho, pero que ese no sea el norte, busquen las figuras del béisbol, baloncesto, atletismo, boxeo, músicos, cantantes, pintores, poetas, los que han dejado un gran legado y se les quiere y recuerdan con cariño, ¿cuantos ganaron y de cuantos es su fortuna?.
Ninguno sabe la respuesta, los recordamos por sus hazañas y talentos, es por ello que los vamos a sembrar con oro en la historia de los anales no por los millones alcanzados.
Mucha gente sin talento consigue dinero, una buena parte termina presa o muerta y de la tierra no pasan, para el talentoso el suelo es su punto de partida que cruza por el salón de la fama y lo eleva hasta el cielo.