De crisis a oportunidad: El renacer democrático como respuesta



Dr. Isaías Ramos

En República Dominicana, la democracia ha sido, por décadas, una ilusión que oculta un sistema diseñado para servir a unos pocos. Detrás de su fachada cuidadosamente construida se oculta una estructura que beneficia a las élites políticas y económicas, relegando al pueblo al papel de espectador de su propio destino.

Sin embargo, una luz comienza a brillar en este horizonte de inequidad: la reciente sentencia del Tribunal Constitucional que habilita las candidaturas independientes. Este fallo no es solo un cambio técnico en el sistema electoral; es una chispa que puede encender la llama de un verdadero renacimiento democrático.

La gran paradoja de nuestra nación es evidente. Durante décadas, hemos experimentado un crecimiento económico dinámico, pero este progreso no se ha traducido en justicia social. Mientras unos pocos acumulan riquezas, la mayoría enfrenta un sistema político que perpetúa la pobreza, la desigualdad y la falta de oportunidades.

Las políticas sociales, lejos de ser soluciones estructurales, han sido insuficientes, víctimas del clientelismo y la improvisación. El entramado institucional que perpetúa esta desigualdad necesita ser transformado desde sus raíces.

El pueblo dominicano ha sido testigo del saqueo sistemático de sus recursos, de la manipulación de sus instituciones y del secuestro de su soberanía. La Junta Central Electoral, el Congreso y el Poder Judicial han sido cooptados por una minoría que gobierna a espaldas de las verdaderas necesidades de la población. Este sistema no es democracia; es una oligarquía disfrazada que desprecia al pueblo y utiliza las instituciones como herramientas de opresión.

Este miércoles, en Arroyo Vuelta y comunidades vecinas de Sánchez Ramírez, Barrick Gold y el sistema político que nos gobierna mostró su desprecio por nuestra gente. Con el respaldo de fuerzas policiales, la empresa minera desató una brutal represión contra quienes defienden su tierra y su dignidad. Líderes comunitarios, incluyendo al párroco local, fueron maltratados y agredidos en un acto criminal que hiere no solo a esas comunidades, sino a toda la nación.

Este atropello es una muestra del Estado corporativista que padecemos, un sistema que prioriza los intereses de las grandes empresas sobre los derechos del pueblo y que viola los principios de nuestra Constitución. Mientras saquean nuestras riquezas naturales, nos dejan un pasivo ambiental inconmensurable y convierten nuestras instituciones en herramientas de opresión. Este acto es inaceptable y exige la atención inmediata de todos los sectores de la sociedad.

A pesar de este panorama desolador, hoy se abre una oportunidad histórica. La sentencia del Tribunal Constitucional ha puesto en manos del pueblo una herramienta para luchar contra este sistema corrupto: las candidaturas independientes. Este es el momento de que los verdaderos líderes emerjan, hombres y mujeres con vocación de servicio y un compromiso inquebrantable con la justicia, la igualdad y el progreso colectivo.

El Frente Cívico y Social (FCS) representa la esperanza de un cambio real y profundo. Nuestro compromiso no es solo denunciar las injusticias del pasado, sino construir un futuro en el que cada dominicano y dominicana pueda vivir con dignidad.

Abogamos por una República verdaderamente soberana, donde el poder resida en el pueblo y donde las instituciones sirvan a su propósito original: garantizar el bienestar colectivo. Pero entendemos que no basta con criticar; es necesario actuar.

Por eso, hacemos un llamado a todos los sectores de la sociedad: jóvenes, trabajadores, campesinos, empresarios comprometidos, académicos y líderes comunitarios. La unidad nacional es la clave para romper con este círculo vicioso de corrupción y desigualdad.

El FCS propone un nuevo contrato social basado en los principios de nuestra Constitución: un Estado Social y Democrático de Derecho. Esto significa construir un país donde cada ciudadano tenga acceso a educación, salud, trabajo digno y justicia. Un país donde la riqueza se distribuya de manera equitativa, donde el desarrollo humano sea la prioridad y donde el bienestar del pueblo esté por encima de cualquier interés privado.

No podemos esperar que las élites renuncien voluntariamente a sus privilegios. Ya hemos visto cómo reaccionaron ante la sentencia del Tribunal Constitucional, mostrando su verdadera cara: la de autócratas que temen perder su control.

Pero el poder de un pueblo decidido es imparable. Desde el FCS hacemos un llamado a todos los dominicanos y dominicanas: únanse a este movimiento. Participen en las asambleas comunitarias, apoyen las candidaturas independientes y exijan una transformación profunda en nuestras instituciones. Este es el momento de demostrar que la soberanía reside en el pueblo, que juntos podemos construir un país justo, equitativo y solidario.

Este es el momento de cambiar nuestra historia, de transformar el dolor en fuerza y la indignación en acción. Que esta sea la chispa que encienda la llama de un renacimiento democrático. Juntos, construiremos una patria digna para todos.

¡Despierta RD!

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