El espíritu de la ley o la ley en el espíritu



Isidro Toro Pampols

La ley es un principio que rige y ordena una determinada realidad. Hay leyes naturales y leyes sociales. Las primeras tienen relación con el mundo de la naturaleza. Las segundas regulan la sociedad, el individuo en cuanto a sus relaciones con sus semejantes.

Las leyes naturales enuncian una realidad que es en cuanto tal. En las sociales, el ser social las cambia y reordena el juego.
Ahora bien, el titulo de este escrito se relaciona en cierta forma con ambas: la ley en el espíritu la podemos asemejar con las leyes naturales y el espíritu de la ley con las sociales.

Pero antes de avanzar en este sendero, veamos dos conceptos que nos ayudaran a despejar dudas. Conciencia y consciencia.

Una de las acepciones de la definición de conciencia, según el Diccionario de la Real Academia, es el “conocimiento del bien y del mal que permite a la persona enjuiciar moralmente la realidad y los actos, especialmente los propios”.

De su lado, consciencia es la “capacidad de algunos seres vivos de reconocer la realidad circundante y de relacionarse con ella”.

Lo anterior nos permite inferir que, cuando una ley esta interiorizada en el espíritu del individuo, cuando es parte de su escala ético moral y forma parte de su naturaleza, es difícil que este proceda a violentarla.

Cuando la ley la percibimos fuera de nuestra conciencia, la reconocemos y la valoramos desde nuestra consciencia, la observamos y hasta podemos buscar los vericuetos para burlarla en beneficio propio, porque es parte de la ley social. Lo anterior jamás se nos ocurre si la ley esta amalgamada en nuestra conciencia, en nuestro espíritu.

En la antigua Atenas de Pericles en el siglo V a. C. los ciudadanos estaban plenamente conscientes de que su realización como individuo se encontraba en la ciudad estado o polis y sus leyes no eran cosa extraña a su individualidad, eran semejantes a las naturales.

Eso cambiò con el tiempo. En la Roma republicana y en épocas sucesivas se impuso el espíritu de la ley, quedando la ley en el espíritu de muy poca gente.
Hoy, en nuestras sociedades, ocurre como hemos señalado en el último párrafo. En la ciudadanía impera el espíritu de la ley por lo que, para garantizar su cumplimiento, se imponen normas de evaluación, seguimiento, control y castigos en todos los órdenes, especialmente con respecto a la Administración Pública.

Hay sus excepciones, pero son esas, excepciones.

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