La Junta Central Electoral y su nuevo reto

CARLOS NINA GOMEZ
carlosninagomez@yahoo.com

El panorama político de República Dominicana sigue su imparable curso, pero en ocasiones se proyecta con un tránsito que se torna nebuloso y arropado por una aparente (¿?) confusión.

Al momento de escribir este artículo se observan, y sin esconder apariencias que rayan en lo ambicioso, a dirigentes de partidos de la política nacional que señalan a quienes no esconden sus aspiraciones presidenciales.
Pero -hay que resaltarlo- donde más se siente esa realidad es el seno del Partido Revolucionario Moderno (PRM), organización que disfruta del poder desde hace casi cinco años tras salir airosa en las elecciones de julio del 2020 celebradas en medio de la nunca olvidada pandemia mundial del Coronavirus.

Mientras vivimos este proceso -tan natural y singular como lo revela el accionar de la política vernácula-, hay un juez vigilante de nuestra democracia.

Me refiero al vigilante Junta Central Electoral (JCE), institución que preside el impoluto jurisconsulto Román Jáquez Liranzo quien ha trabajado fundamentado en una praxis que fusiona a dos incuestionables virtudes: aptitud y actitud.

Son dos maravillosas virtudes que, además, adornan el proceder legalista y positivo que trilla Jáquez Liranzo en favor de la democracia de República Dominicana.
Lauros (merecidos méritos) que se ha ganado el titular del órgano colegiado marcados por una incuestionable labor a lo largo de sus más de cinco años al frente del máximo puesto de la institución encargada de organizar las elecciones presidenciales, congresuales y municipales.

Tras ser electo para presidir esa institución, que muchos veían con «visos» de incertidumbre respecto al montaje (en julio del 2020) de una consulta electoral que conllevara a la solidez de la democracia, Jáquez Liranzo siempre garantizó la celebración de un evento elector sin traumas, ¡como lo reclamaba toda la sociedad!

A menos de tres años de las nuevas elecciones para otro cuatrienio presidencial, Jáquez Liranzo y toda la cúpula de la JCE enfrentan otro gran reto que consiste en ratificar la excelencia de su pulcro trabajo.
Demostrar de nuevo su probada labor cuyo alto propósito es organizar unos nuevos comicios revestidos con toda credibilidad y que debe garantizar, luego del resultado con el voto de la mayoría en favor de los ganadores, la confianza del pueblo en la democracia dominicana que hoy tenemos, lograda a sangre y fuego al ser sepultada la férrea dictadura que por casi 31 años dirigió el tirano Rafael Leónidas Trujillo Molina.

La JCE de estos tiempos -por su límpido y responsable trabajo realizado- debe ser considerada como un ente protagónico de nuestra respetable democracia.
¡Y qué nadie, por más incrédulo que aparente ser, lo dude!

Comparte esto!