Quién manda en casa



Todos sabemos que las carretas van detrás del caballo, que primero la camisa, luego la corbata; hay órdenes que resultan inadmisible alterarlos, porque están instituidos, sino por usos y costumbres, entonces por el sentido común; así también debería entenderse en los órdenes sociales, pero cuando observamos ciertas dinámicas familiares, nos encontramos cada vez más con alteraciones preocupantes, las cuales quedan registradas por fenómenos conductuales conocidos como “Síndrome Del Niño Rey” y “Negativista Desafiante”; en ellos vemos una alteración en la convivencia que no dejan lugar a dudas las usurpaciones de roles y faltas de normativas tempranas; esto independiente a vulnerabilidades psicológicas, que necesariamente tendrán que encontrarse con las deficiencias de crianzas señaladas antes de poderse dar el problema.

Hogares con la inexistencia de autoridad adulta; donde el egocentrismo de algunos hijos socaba la buena interrelación familiar, imponiendo voluntades que llevan a dichas familias amortajadas hacia un penoso destino, donde no cesará el llanto.

Para evitar cosas semejantes, recomendamos establecer temprano “Normas de Convivencia” que vayan creando un marco de control conductual, evitando el progresivo empoderamiento negativo del menor, quien podría, si le dejan, dictaminar un sistema basado en sus necesidades primarias en detrimento de los demás miembros. Estas serían un grupo de reglas y aclarando que recogen los temas claves de la interrelación familiar, en los que deberá quedarse claramente de acuerdo para evitarse “líos”.

Correctamente escritas, presentadas y aplicadas, permitirán a los adultos fijar patrones adaptativos de respeto y obediencia que luego serán extendidas por los hijos a futuras formas de interrelación; dichas normas se fundamentan en los roles dentro de la familia, y apelan al hecho lógico de que los padres no son simples proveedores, sino los cabezas y responsables de establecer las normativas de la casa, considerando el buen ejemplo, la afectividad y el no maltrato.

Las Normas inician identificando temas en los que deseamos los hijos tengan un correcto comportamiento; los puntos seleccionados, pueden considerarse según edad y etapa de los hijos, y abarcarían: hora de levantarse y acostarse, tiempo que se verá el televisor o usarán instrumentos electrónicos, manejo del dinero, horario de estudio, ayudar con diligencias y quehaceres en la casa, no uso de alcohol u otras sustancias psicoactivas, el tomar cosas sin permiso, lenguaje inapropiado… Cabe todo lo que pudiera afectar el buen clima familiar.

Al presentarse, se enfatiza el bienestar familiar que resulta de obedecer las mismas, y en cada punto escogido, justificar el valor de este; ejemplo:

⮚ En este hogar, no será aceptable llegar fuera del horario establecido (10,11,12), porque quienes vivimos en él, no podemos sacrificar el descanso…
⮚ El dinero que te daremos (cantidad) para el gasto semanal, debe ser usado solo para los fines acordados, en caso del uso indebido, no estaremos supliendo la falta.
⮚ Ayudarás en la casa con el perro, poner el agua en la nevera, fregar, pagar los servicios… Ya que no es justo venir hacer todos los quehaceres de la casa después de un fuerte día de trabajo.

Al final, se dejan los espacios para las firmas de los padres, y él o los responsables de dar fiel cumplimiento a los acuerdos. En el proceso se harán ajustes o modificaciones, y será fundamental la consistencia en la implementación (por lo menos 3 meses), para poderlo fijar el patrón conductual, así como las consecuencias (retiro de privilegios) ante las reiteradas violaciones a dichas normativas. Si se encuentra que la problemática ya es inmanejable, sería el momento de gestionar una estructura de atención profesional idónea para tratar el tema.

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