El virus de su propia desgracia




Ramón Vargas

Las victorias de Viktor Orbán en Hungría y de Aleksandar Vucic en Serbia el pasado domingo 3 del corriente mes, no podían llegar en mejor momento para Vladimir Putin.

Bien conocida es la simpatía de esos líderes europeos hacia el mandamás del Kremlin.

Y eso no es todo… si el próximo domingo 24 la ultraderechita, Marine Le Pen, logra desalojar a Emmanuel Macron del Eliseo parisino, con su política euroescéptica, ese sería el peor escenario para Washington y sus títeres europeos. Se prevé que la segunda vuelta de las elecciones francesas serán de pronósticos reservados.

A Macron, que apenas dos meses atrás lucía ampliamente favorito, el panorama se le ha complicado bastante. Para triunfar necesita el apoyo de Jean-Luc Mélenchon, líder de la izquierda francesa, que logró el tercer lugar saliendo fortalecido con una votación por encima del 20%. Ya éste llamó a no votar por Marine Le Pen. Pero el gran problema es que si llama a votar por Emmanuel Macron, puede resultar un error sepulturero porque su base de apoyo está en la lucha de «los Chalecos Amarillos», que tienen meses luchando contra la política neoliberal de Macron. Incluso varias encuestas hablan de que muchos izquierdistas, prefieren a Le Pen en una segunda vuelta. Es decir, aún Mélenchon llame a votar por Macron, no hay seguridad de que pueda endosar sus votos al presidente galo. Este se verá en problemas si la izquierda no lo apoya mayoritariamente, exceptuando a la socialista Anne Hidalgo del Partido Socialista francés, terriblemente castigada en las urnas por las malas políticas del tristemente recordado François Hollande; fuera de esos predios, Macron no tiene mucho espacio de crecimiento.

La candidata Le Pen es una opción de fuerza para la segunda vuelta, las fuerzas conservadoras con seguridad le darán su apoyo; ya el cuarto más votado, Eric Zemmaur, la está apoyando.

Independientemente de lo que ocurra el 24 en Francia, con Orbán ya Bruselas tiene un buen dolor de cabeza; en la celebración de la victoria dijo: «este triunfo lo pueden ver de aquí a la luna». Y agregó: «la Unión Europea está dirigida por burócratas, no permitiré que por nuestro territorio transiten armas para Ucrania, Hungría solo representa los intereses de Hungría».

Orbán le está cobrando el maltrato que por años el País eslavo le ha dado a la etnia húngara; los húngaros representan una minoría con costumbre muy diferente a la eslava y germánica.

El triunfo de Aleksander Vucic en Serbia era más predecible. El País de los balcanes es un tradicional aliado de Moscú. Es un presidente muy querido y popular, no obstante, occidente consiente que ese triunfo le daba oxígeno a Putin, como es su costumbre, desató una feroz campaña en su contra. Decían que las elecciones serían muy reñidas; Vucic ganó con el 60%. Igual decían de Orbán, que terminó ganando con más del 50%.

Con el triunfo de Vucic, el conflicto inconcluso en los balcanes podría resurgir, tanto el de Kosovo, como el serbo‐bosnio y el serbo‐croata.

La Unión Europea está a punto de probar un té de su propia medicina; ese engendro demoníaco nació con el germen de su propia destrucción.

El malabarismo de los Estados Unidos y la UE, por mantener la unidad de un bloque que agrupa a los tradicionales países saqueadores, con intereses diferentes y tantas contradicciones, comienza a tocar fondo. Su fracaso definitivo es sólo cuestión de tiempo.

El desenlace del conflicto de Rusia y Ucrania influirá bastante. Y todos sabemos cómo terminará…la posibilidad de un triunfo de Ucrania solo existe en la cabeza de Zelensky y en los medios de propaganda occidentales…

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