Pan y circo, entre otras frases de uso común en política




Isidro Toro Pampols

En el discurso político escuchamos una serie de frases de las que repararemos en sus orígenes sucintamente. Veamos.

Pan y circo. Esta frase intenta denunciar el cinismo de algunos actores políticos cuando asumen posiciones o adelantan programas populistas desde el gobierno nacional, regional o municipal. El poeta romano Juvenal (60-128 d.C.) acuño la frase panem et circenses en sus Sátiras, una recopilación de sus poemas críticos referidos a la sociedad corrompida de su época, donde algunos emperadores para conservar el favor del pueblo practicaban la cínica modalidad de alimentar sus deseos, manteniéndolos en una relativa comodidad e incluso en el vicio.

Roma llegó a tener 15 circos, todos hermosamente decorados con columnas, pilastras, balaustras y arcos. Allí se escenificaban carreras de caballos y de carros, peleas entre gladiadores y de estos con fieras salvajes, actos acrobáticos y otros que han traspasado el umbral del tiempo, simulacros de batallas militares y en el sangriento tiempo de la persecución de los cristianos, los arrojaban para ser devorados por las bestias ante el frenesís de los espectadores.

Esta práctica fue mutando y en distintas épocas la han utilizado tal como lo registra la frase del gobernante florentino Lorenzo de Medici (1449-1492): pane e feste tengono il popolo quieto. Con panes y fiestas tenemos al pueblo quieto.

En la primera parte del siglo XX los fascistas italianos y nazistas alemanes fueron maestros en la aplicación práctica de la propaganda política utilizando grandes paradas miliares, eventos políticos con una coreografía novedosa para el momento y otras manifestaciones que buscaban mantener entretenida a las masas y desviar la mirada de cualquier problema en la sociedad. Los bolcheviques rusos aprendieron de los nazis y se especializaron en las técnicas correspondientes.

Hoy el pan y circo se manifiesta en casi todos los países del mundo, incluso en las democracias más desarrolladas, con diferentes grados de intensidad. En Latinoamérica se practica de manera en extremo descarada, especialmente en tiempos de elecciones las que se transforman en un carnaval en que los actos partidarios poco o nada tienen de contenido político y los lideres se escudan en verdaderos shows con una coreografía que pudiendo ser utilizada para exponer ideas y programas, se centran en consignas en medio de un espectáculo musical que coloca en frenesís a los asistentes al punto que el orador puede balbucear unas chorradas y la gente aplaude delirantemente. Hoy un liderazgo preparado con perfil de estadista es un diamante escaso que se refina en su formación utilizando las herramientas proporcionadas por la modernidad, dejando un legado que corresponde a una idea de desarrollo en la sociedad. De eso poco hay.

Los gobiernos no se quedan cortos con el pan y el circo. Utilizar fechas especiales para despliegues de banderas, paradas y decoración especial para un discurso en muchas ocasiones fútil y repetitivo. Otra forma es los llamados programas sociales, que siendo en su concepción un plan para atender una circunstancia mientras pasa la crisis, se han utilizado como canonjías para mantener en el círculo de influencia política a numerosos electores. Los regímenes de asistencia deben ser palancas para sortear el escollo y, con planes de superación, colocar al individuo en capacidad de transitar por este plano existencial de una manera digna.

Otra frase: derramar lágrimas de cocodrilo es fingir dolor o tristeza por el padecimiento ajeno. Las lágrimas es una función destinada a lubricar, limpiar y nutrir la córnea, acción que se produce en los cocodrilos cuando mastican ya que presionan unas glándulas que producen dichas lágrimas, o sea, no es precisamente por la suerte de su captura. Cuantos personajes que viven de la exposición pública vemos expresando pesar y dolor por situaciones de terceros y al desconectarse las cámaras o subir al automóvil, vuelven a su estado de natural indiferencia, eso es derramar lágrimas de cocodrilo. En el gobierno, al combinar programas que mantienen en la indigencia a amplios sectores con planes de limosnas aunado a una campaña publicitaria rimbombante, llena de consignas que ofrecen esperanzas en el desierto, ese discurso es sinónimo de lágrimas de cocodrilo.

Parecida a la frase anterior es rasgarse las vestiduras. Su origen se encuentra en la cultura judía y en otras del Cercano Oriente, como una manifestación habitual de duelo o dolor. La Biblia muestra innumerables ejemplos que se pueden ver en Gén 37:29, 30, 34.; Gén 44: 13; Lev 10:6;Lev 21:1-4, 10, 11.;Job 1:20; Job 2:12;Jos 7:6;2Sa 1:2; 2Sa 13:30, 31;Isa 37:1; 36:22; 2Rey 11:14.;Jer 36:24;Joel 2:13.

A contraparte de lo citado, también puede ser una demostración de falsedad, ejemplo tenemos cuando el sumo sacerdote Caifás aparentó enorme indignación al rasgar sus vestiduras cuando Jesús admitió que era el Hijo de Dios. (Mateo 26:65). El texto bíblico denuncia la mutación de la tradición en una acción hipócrita cuando exige rasgar el corazón y no las vestiduras (Joel 2:13).

En nuestro tiempo observamos como personas desgarran sus vestiduras como parte de la moda, con pantalones desgajados. En medicina se reconoce la parafilia de la clastomanía que es la tendencia o impulso patológico a la destrucción. Ejemplo lo tenemos en las películas cuando en el previo del acto sexual, la pareja destroza sus indumentarias.

En política hay ocasiones donde se rasgan las vestiduras, sueltan lágrimas de cocodrilos, ejercitan el pan y circo, mientras destruyen el equilibrio social con políticas públicas desacertadas o con un interés que responde a ciertas agendas ocultas. Por ello, hay que intentar ver más allá de la curva en el relato político, formarse para el estudio objetivo de situaciones y escuchar los discursos con sentido crítico.

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