Juan Pablo Duarte, el insigne caballero de la Ilustración




Isidro Toro Pampols

Juan Pablo Duarte y Diez por su acción y su pensamiento fue un fiel representante de la Ilustración.

La Ilustración fue un movimiento intelectual que se desarrolló durante los siglos XVIII y XIX que influyó en la política, la economía, las ciencias, el arte, la religión y otros aspectos de la cultura occidental.

Inspiró profundos cambios sociopolíticos, siendo la Revolución francesa uno de los más radicales, pero también la llamada “Primavera de los pueblos” o serie de movimientos revolucionarios que conmocionaron a Europa a partir del año 1848.

Se reconoció como la Ilustración por su declarada finalidad de disipar las tinieblas de la ignorancia mediante las luces del conocimiento y la razón.

La Ilustración, en términos generales, se distingue por conservar intacta la confianza en la razón y tienen la decisión de servirse de ella libremente.

El filósofo alemán Emmanuel Kant la perfila magistralmente: “es la salida de los hombres de una menoridad debida a ellos mismos. Menoridad es la incapacidad de servirse del propio entendimiento sin guía ajena.

Esta menoridad es debida a ellos mismos si la causa de ella no es un defecto del entendimiento, sino la falta de decisión y de valor para servirse de él sin guía”.

Muchas tendencias de los siglos XVIII y XIX, como la masonería, se sostienen en las columnas de la Ilustración.

En esos siglos nacen Francisco de Miranda, el Libertador Simón Bolívar, José de San Martín, Bernardo O’Higgins, Antonio José de Sucre, Antonio Nariño, José Martí, Benito Juárez entre muchos que forman parte del procerato de Hispanoamérica. Todos tienen algo en común: se nutrieron intelectualmente en el pensamiento de la Ilustración y fueron masones.

Juan Pablo Duarte no fue la excepción, teniendo el inmenso honor de pertenecer al grupo selecto de hispanoamericanos que se les reconoce la dignidad de prócer.

El historiador Roberto Cassá en su obra “Padres de la Patria”, coadyuva a comprender el perfil de Juan Pablo Duarte como insigne miembro de la Ilustración.

Nos dice el historiador que Duarte crea la Sociedad Secreta La Trinitaria el 16 de julio de 1838.

Apunta que la dotó de los recursos prácticos y organizativos necesarios para alcanzar sus objetivos. Para ello la asoció con la tradición masónica, siendo su principal rasgo distintivo el pensamiento libertario de la Ilustración y el secreto.

Le dio una organización celular, siendo cada cuerpo de conspiradores independiente del resto, concibiéndose como una cadena que confluía en los primeros iniciados.

Los trinitarios se identificaban por un seudónimo y un color: Duarte tenía el azul, Sánchez el verde y así sucesivamente. (1)

Nos dice la escritora Julie Estévez Güílamo en un artículo publicado en el Diario Hoy el 13 de febrero de 2013, intitulado Duarte, “El Esclarecido e Ilustre Hermano Masón”; que “tanto la idea de conformarse secretamente y hacerlo de tres en tres constituía una simbología.

Sin dejar de tomar en cuenta que uno de los requisitos primordiales requeridos para unirse a esta misión, era ser parte activa de la vida masónica”.

En la página web de la Respetable Logia Caballeros de la Patria N° 53, situada en Santo Domingo, se publica el escrito “Semblanza Masónica de Juan Pablo Duarte”, en el cual se escritura que “en el plano de las comprobaciones concretas, sólo existe el dato extraído de viejas minutas del historiador de la masonería, Haim López-Penha, en las que el nombre de Juan Pablo Duarte aparece inscrito con el cargo de “Arquitecto Decorador” de la Logia Constante Unión No. 8 y registrado con el oficio de comerciante, como se atestigua en la minuta del 24 de junio de 1843 en el cuadro de dignatarios de dicha logia, bajo los auspicios del Gran Oriente de Haití.

Esta Logia funcionaba en la Casa de las Gárgolas, ubicada en la Calle Las Mercedes próxima a la Calle Las Damas”.

El precitado texto, así como la obra de Cassá, ponen de bulto la relación sostenida con la masonería alemana, particularmente con la del Valle de Hamburgo.

Estudiar el proyecto de Constitución de Juan Pablo Duarte es adentrarse en su individualidad como exponente de la Ilustración. Es un manuscrito en el cual plasmó un sueño hecho parcialmente realidad con la fundación de la República Dominicana.
Cuando profundizamos este documento y toda su obra escrita, nos encontramos con un ser singular, adalid de la justicia, en pleno ascenso a los planos superiores de la existencia civil.

Duarte concebía la Independencia Nacional como fuente de las libertades y planteaba la necesidad de que los dominicanos tuvieran una ley fundamental para poder gobernar. Esta ley fundamental es la Constitución.

Entre las premisas establecidas se encuentran, entre otras, algunas como estas:

“Ningún poder sobre la tierra es ilimitado, ni el de la ley”.
“Todo poder dominicano está y deberá estar siempre limitado por la ley y ésta por la justicia, la cual consiste en dar a cada uno lo que en derecho le pertenezca”.

Otra parte muy importante es la que se refiere a los Poderes del Estado, cuya división concibe situando al Poder Municipal al nivel con los poderes Legislativo, judicial y Ejecutivo.

Esta disposición revela su inclinación por colocar al ciudadano en una posición de imperio por medio de la municipalidad que es la institución que, por su naturaleza, es la más cercana al pueblo.

Estudiar a Juan Pablo Duarte como un símbolo viviente de la Ilustración es comprender el porqué de su vida austera, un ser humano con unas características excepcionales y por ello honra a Hispanoamérica tenerlo como Padre de la Patria dominicana.

1) Cassá, Roberto. “Padres de la Patria”, pág. 19 y 20.

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