Dando Jaque: Armagedon Geopolítico




-Ramón Vargas

El viaje de Olaf Scholz a Pekín marca un punto de inflexión en las relaciones del socio más importante de la Unión Europea y los Estados Unidos. En una situación normal, es natural que la principal potencia de Europa viaje a China, la segunda economía del mundo. Más aún, tratándose de dos países con un volumen comercial de cientos de miles de millones de dólares. Sin embargo, en la situación actual, el mencionado viaje significa qué tan profundo son los cambios que en el mundo se mueven y qué tan frágil es la cacareada unidad de la Unión Europea.

Es muy notoria la frialdad de Alemania con Norteamérica en los últimos meses, incluso Macron y Scholz vienen reprochando el egoísmo de los Estados Unidos en relación a la falta de solidaridad con el precio de los combustibles; y es que mientras a los europeos se les ha cuadruplicado el precio, dejándolos fuera de competencia industrial, a los productores norteamericanos, el precio del gas se les mantiene a precio pre‐crisis.

Otro factor que llama poderosamente la atención es que el G‐7 recientemente declaró a China como su enemigo sistémico principal y, arrastrado por los Estados Unidos, vienen librando una guerra fría comercial, y no tan fría por el caso Taiwán. Y todo esto en un contexto en el que Pekín se ha convertido en aliado de Moscú, en la guerra que Putin tiene con Occidente y la OTAN, si con esos, Ucrania es solo un instrumento.

Previo a la salida de Scholz hacia Pekín, hubo un gran movimiento de presión por parte de Washington y Bruselas para que este cancelara el viaje; argumentando que en la actual Coyuntura no era el mejor momento.
Sin embargo, parece que los alemanes, aunque un poco tarde, comienzan a darse cuenta que en la guerra de Europa ellos son de los grandes perdedores. Sin el gas barato que por años Rusia le proporcionó a la industria automotriz alemana, esta puede ir a la quiebra.

La jugada de Estados Unidos, que por años viene oponiéndose a que Europa compre gas ruso con el evidente propósito de ellos monopolizar el mercado, subir precio y sacarlos de competencia, está abriendo los ojos y endureciendo a Macron y Scholz.

La Unión Europea, que lleva el germen de su propia destrucción, en tanto las medidas principales requieren la unanimidad de sus miembros, provocará más temprano que tarde, su propia disolución. Los intereses de los grandes países europeos, no son los mismos de los pequeños como los del Báltico, estos dependen de la ayuda y la protección.

Países como Francia, Alemania, Italia y otros, no atarán su destino, en un mundo que cambia y se forman otros centros de poder, a los que tienen nada o poco que perder. El mensaje de Alemania es claro, en un mundo de incertidumbre hay que poner los huevos en varias canastas; si el viejo barco está por hacer agua, no es un decreto hundirse en él…

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