Ecología, profunda o superficial, en la agenda política




Isidro Toro Pampols

El filósofo noruego Arne Dekke Naess (1912-2009) desarrolló la rama de la filosofía denominada “ecología profunda”, nombre que nos lleva inmediatamente a pensar en la idea de “ecología superficial”. Otros hablan de biocentrismo y antropocentrismo.

La ecología profunda reivindica la idea de un mundo natural con derechos en sí mismo, siendo el ser humano parte del planeta y, por ende, no podemos pasar por encima de la diversidad solamente para satisfacer nuestras necesidades vitales. La ecología superficial, la cual surge a partir del impacto ambiental producto de la acción del hombre, busca acciones tecnológicas para controlar la contaminación y formas sustentables de explotación económica de los recursos naturales.

Lo anterior se manifiesta en las corrientes medioambientalistas y ecologista en el discurso político. La principal diferencia es que los medioambientalistas denuncian y proponen soluciones sobre el daño en la naturaleza, mientras los ecologistas apuntan al meridiano estructural de las causas económicas y políticas.

Tenemos la certeza de ser parte del mundo natural, o sea, la persona es miembro de una comunidad de trozos interdependientes con la gran diferencia que nuestros instintos nos llevan a competir por un lugar en el espacio y vivir con el mayor confort posible, pero nuestra razón que nos distingue del resto de las especies, al menos por ahora, desarrolla un sentido ético que nos motiva a cooperar con el fin de preservar el sitio donde luchar. Así en el hombre va evolucionando la “ética de la Tierra”, donde iniciamos con los “Derechos del Hombre” y ya vamos por el de los animales, aguas, plantas entre otros.

La mayoría de los partidos políticos, que en su versión moderna sitúan sus orígenes en la Europa de la Revolución Industrial, colocaban su atención en la premisa de un mundo hecho para los hombres y que los seres humanos son la medida de todas las cosas. En el devenir del tiempo y ya en el siglo XX, se inicia un cambio de visión de la vida como tal, comprendiendo que no sólo la existencia humana tiene valor.

Ese cambio en el paradigma ha ido permeando en ciertos colectivos. Algunos han conformado partidos “verdes”, otros han logrado en sus agrupaciones partidarias se organicen secciones que se ocupen del tema y los menos que en la narrativa se incorpore la agenda medioambiental.

Para algunos el medio ambientalismo no define la ideología del partido porque sencillamente convoca a ser más “conscientes” del problema dándole un valor instrumental por la degradación del planeta que afecta la vida humana. Para otros, el enfoque es diferente por ver la selva, el rio, el mar y el resto de la naturaleza con un valor intrínseco que va más allá de la defensa de las materias primas útiles y que nuestra actitud debe considerar el valor interior de la vida que en sí mismo tiene el mundo natural.

El debate sobre el desarrollo de un mundo sustentable en un planeta finito en términos de recursos coloca hoy en un plano destacado a los ambientalistas y a la “ecología superficial”. A medida que pasa el tiempo y el planeta nos convoca a la reflexión, los temas tratados por la “ecología profunda” y el biocentrismo nos apuraran para defender la vida humana en nuestra morada planetaria.

El tema no es ajeno para la sociedad dominicana donde hay sectores que propugnan una participación social en términos de hacer efectivo un compromiso con la preservación del planeta. Uno de esos grupos lo lidera el ingeniero Ramon Ureña Torrez, quien preside una ONG en proceso de formalización llamada Compromiso Social Ambiental RD22 la cual, como su nombre lo indica, busca el compromiso de los diferentes actores sociales con la defensa medioambiental y adelantar prácticas de ecología profunda donde aún se pueda preservar la naturaleza en nuestro espacio insular.

Allí hay material de discusión y activismo para las juventudes agrupadas en partidos políticos. No debemos esperar que la innovación tecnológica y las computadoras programadas por una elite de sabios asuman el control e impongan sus decisiones sin contar con el aporte humano. Los partidos políticos no deben perder la oportunidad.
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