-Ramón Vargas
La fanaticada del Escogido no es la más numerosa, pero es la más fiel y consecuente. Y no se merece lo que le pasa y hacen al Equipo escarlata. Si bien es cierto que todavía matemáticamente está vivo, cerebralmente ya está muerto…
Prisionero de directivos (tres familias), que han convertido al otrora poderoso león, que cuando rugía desplumaba el águila, corría al tigre y espantaba al elefante, en un gatito de peluche.
¿Su desgracia?, en los últimos años ha estado en manos de empresarios y faranduleros, que más que campeonatos, da la impresión de que persiguen notoriedad social.
De ser uno de los principales protagonistas de la pelota invernal a ser hoy la cenicienta de quien todos se burlan… es una historia que año tras año, se repite. Antes de cantar «play ball», ya se conoce su lugar en la tabla… por las tablas que siempre reciben.
Todavía está fresco el comentario de uno de sus dueños, previo al campeonato que, con más talento que Charles Chaplin, dijo: «este año daremos la pelea por el gran equipo que vamos a poner en el terreno». Parece que se refería al terreno que está en la Máximo Gómez, cerca del Quisqueya… Sólo basta ver las estadísticas, el Escogido las encabeza todas, como la Z del abecedario.
Lo que menos deben hacer es pedir excusas a la fanaticada del Escogido; la fiebre no está en la sábana, está en ellos con sus improvisaciones y malas contrataciones.
Este año se inventaron un gerente general, que peleaba como coach el campeonato con los Yankees y que su prioridad es volver a dirigir en las grandes ligas. Se ha demostrado que los directivos exitosos, desde que termina un campeonato, comienzan a preparar a sus equipos para el siguiente año.
Deberían aprender de aguiluchos y liceístas, que trabajan permanentemente para ser competitivos y que han creado la mística, donde directivos y peloteros, son fanáticos de sus equipos.
El Escogido, después de la salida de Moisés Alou, no tiene líder. El león que rugía y hacía temblar el Quisqueya ya no existe, no aruña no muerde, tiene dientes y uñas postizas…
Ya no son duros de matar, se han reducido a una cigua fácil de pelar…
