Por Milqueya Monteagudo
El riesgo permanente de los niños, niñas y adolescentes, ante diferentes situaciones, algunas traumáticas, en las que se ven sumergidos/as, da una voz de alarma hacia el incremento de atención a este sector poblacional sensible.
Las diferentes manifestaciones de violencia en la sociedad actual, uno de los ámbitos más destacados en los últimos meses, ha traído consecuencias trágicas al sector poblacional, en casos extremos.
Los organismos de seguridad han sido protagonistas, como resultado del manejo improvisado, hemos tenido muertes en manos de las personas de las que debemos recibir protección, como el tan mencionado caso del niño de Santiago, ultimado en el festejo del carnaval.
Ha sido un lamento generalizado y más después de ver su perfil de estudiante.
El sector poblacional que nos ocupa, merece acciones coordinadas interdisciplinarias, que incidan en la disminución de sus riesgos, acogiéndonos a los acuerdos internacionales e innovar fórmulas de integración social, locales, que incidan en la protección del sector, que hoy notamos muy vulnerable.
La cooperación, motivar cohesión social hacia el mismo fin, puede colaborar a la disminución de tales efectos, en nuestros niños, niñas y adolescentes.
