BM destaca pobreza ha caído en el país en la última década



El Banco Mundial observó que la República Dominicana en la última década el crecimiento económico redujo sustancialmente el nivel de las tasas de pobreza y apoyó la expansión de la clase media. Sin embargo, las disparidades en el acceso a oportunidades económicas y de servicios públicos siguen siendo profundas.

América Latina y el Caribe mostraron una relativa capacidad de resiliencia ante el aumento del estrés de deuda, la inflación y la incertidumbre en torno a la guerra de Rusia en Ucrania.

Las perspectivas de crecimiento para este año han ido disminuyendo de manera constante a lo largo de los últimos seis meses, hasta 1,4 %. Para el año 2024 esta cifra es del 2,4 %, previéndose el mismo porcentaje para 2025.

En términos generales, los niveles de ingreso y de empleo se recuperaron tras la pandemia y los mercados siguen siendo moderadamente optimistas respecto al corto plazo.
En cuanto a la pobreza, la pandemia la exacerbó del 24 % al 26,5 % entre 2019 y 2021.

En términos de inflación, y exceptuando Argentina, se prevé que en promedio disminuya al 5 % en 2023, tras alcanzar 7,9 % en 2022.

En el ámbito educativo, desde el comienzo de la pandemia los alumnos en promedio han perdido dos tercios de los días de clases presenciales, ya sea parcial o completamente. Esto equivale a una pérdida estimada de 1,5 años de aprendizaje y afecta en mayor medida a los más pequeños y los más vulnerables, quienes corren el riesgo de perder 12 % del total de ingresos que percibirán durante toda la vida.

Los niveles de informalidad también son motivo de preocupación. Costosas regulaciones han obligado a la mayoría de las empresas a permanecer en la informalidad, limitando su acceso al financiamiento.

Los mercados laborales también son dominados por la informalidad, que aumentó del 56,7 % antes de la pandemia al 63,4 % en 2021, mientras que la asistencia social es escasa.

Actualmente, la región transita la peor crisis migratoria de su historia. Además de los flujos tradicionales desde Centroamérica y México hacia Estados Unidos, Venezuela y Haití recientemente han experimentado una salida importante de personas.

Alrededor de 7,5 millones de venezolanos salieron de su país desde 2015, mientras que 1,7 millones de haitianos se encuentran en el exterior, sumándose a los dos millones de desplazados internos.

Esta situación se ve agravada por los efectos cada vez más graves del cambio climático, que ya han ocasionado importantes pérdidas económicas y sociales. Los huracanes, inundaciones y sequías son cada vez más frecuentes, se estima que 17 millones de personas podrían verse obligadas a abandonar sus hogares y casi 5,8 millones caerían en la pobreza extrema de aquí a 2030, en buena medida debido a la falta de agua potable, así como a una mayor exposición al calor excesivo y a las inundaciones.

Dicho esto, las oportunidades de crecimiento verde en forma de electricidad renovable —solar, eólica y geotérmica— y un vasto capital natural —agua, árboles, biodiversidad— generan el potencial de nuevas industrias. Hay otras oportunidades que surgen de políticas a largo plazo, como la reducción de los riesgos sistémicos, promoción de inversiones en infraestructura tradicional y digital, y mejoras en el capital humano.

A corto plazo, las oportunidades yacen en la preservación de la estabilidad macroeconómica, la promoción de avances en las normas aduaneras y de transporte, y la mejora en las agencias de promoción de inversiones.

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