El derecho a indignarse…



Dr. Isaías Ramos

La Semana Santa siempre ha sido un momento propicio para la reflexión, la meditación y la conexión con ese hilo espiritual que, en muchas ocasiones, con los trajines del diario vivir, se va extinguiendo.

Es un momento propicio para reflexionar sobre nuestro propósito de vida y para escudriñar lo que pasa a nuestro alrededor en todo el entorno de nuestra nación y del mundo.

Es a partir de esa reflexión que la conciencia social, moral y patriótica se acrecienta, y surge ese poderoso sentimiento de indignación cuando vemos que algo no anda bien.

Es una respuesta natural ante las injusticias y la desigualdad que engendra esa élite política y económica que nos gobierna y actúa en contra de los intereses del pueblo.

Es indignante cuando te das cuenta que el Estado Social y Democrático de Derecho consignado en nuestra Constitución es pura ficción escrita en papel y solo se actúa para el beneficio de unos pocos privilegiados.

Resulta indignante saber que los que están llamados a defender al pueblo y sus derechos y a la propia Constitución son los mismos que están dilapidando y festinando nuestros recursos naturales y económicos.

Es indignante ver cómo suben la canasta básica y que esa situación acrecienta el hambre entre la población más vulnerable mientras que el gobierno malgasta casi 300 millones de pesos diarios en “subsidiar” al sector eléctrico y de combustibles.

Es indignante que la violencia callejera crece cada día más porque no se atacan las causas primarias que la genera.

Es frustrante que el Estado haya dejado a su suerte a todo un pueblo sin brindarle ninguna opción que no sea escapar de esta desgracia y preferir muchas veces correr el riesgo de morir devorado por un tiburón o enfrentar los peligros del Darién.

Es indignante ver cómo agendan disminuir el estado de derecho para terminar de entregar a la población como oveja mansa a esos lobos representados en carteles, oligopolios, monopolios y poderes financieros que no tienen rostro, corazón ni alma, y que solo buscan satisfacer sus ambiciones y codicias.

Para esos fines han avanzado a pasos agigantados, legalizando las estructuras que llevan y llevarán a cabo el robo y saqueo inmisericorde y sin piedad. Con ese propósito ya cuentan con la ley de Alianza Público-Privada y la ley de Fideicomiso Público.

Además, intentan aprobar la ley del agua para entregarla a esos mismos grupos y la ley de trata de personas para satisfacer a organismos internacionales y entregarle parte de nuestra soberanía territorial.

Si continuamos tolerando esta situación de desigualdad e injusticia , podríamos terminar como el sapo, que no siente el cambio gradual de la temperatura del agua y termina cocido, o como el pollo que es desplumado por el dictador Stalin.

Es propicio aclarar que tampoco estamos de acuerdo en que se aproveche esa indignación para llevar resentimientos que solo nos conducen al odio, al afán de venganza y al deseo del poder por el poder.

Recordemos las sabias palabras del apóstol San Pablo: «Airaos, pero no pequéis».

En el Frente Cívico y Social estamos convencidos de que la indignación debe canalizarse hacia la construcción de un proyecto de nación que erradique estas conductas aberrantes. Para lograrlo, es necesario liberar las instituciones judiciales del poder político y trabajar por la justicia social en beneficio de todo el pueblo.

Es importante trabajar día y noche para crear las infraestructuras necesarias que garanticen los derechos económicos y sociales, y de esta manera, instaurar la dignidad humana de todo el pueblo dominicano.

¡Despierta RD!

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