La masonería dominicana cumple 165 años de fundada



Isidro Toro Pampols

El domingo 22 de octubre del año en curso se celebrará la Tenida solemne por el 165 Aniversario de la Fundación de la Gran Logia de la Republica Dominicana.

En tan importante evento estarán presentes representaciones de la Confederación Masónica de Centroamérica y del Caribe (COMACA), quienes aprovechan la oportunidad para realizar su LVI Asamblea ordinaria, dándole brillo a la celebración de una asociada de abolengo.

La masonería dominicana es anterior a la fundación de la Gran Logia. Ya en 1805, con la ocupación francesa, aparecen las primeras logias o talleres y el propio Jean Louis Ferrand, quien fue masón, participó en el establecimiento de la “Logia Fraternidad” en la calle Las Mercedes en la ciudad de Santo Domingo, que trabajó hasta 1809, año en que concluye el mando francés.

En 1819 el mismo gobernador colonial español, el brigadier Pascual Real, encabeza la fundación de una logia llamada «Philantropía», un dato curioso que pone sobre relieve la capacidad de la masonería de reunir en sus locales a individuos de diferentes orígenes y formación, sobre la base de la tolerancia y el respeto a la libertad de pensamiento, por ello no es extraño encontrar en la Orden a frailes y sacerdotes, entre otros, a Elías Rodríguez, quien llegó a ser arzobispo coadjutor de Santo Domingo.

Durante la ocupación haitiana surgieron logias en la parte oriental de la isla, siendo una de ellas la “Constante Unión No. 8”, a la que perteneció el Padre de la Patria, Juan Pablo Duarte.

Registra el historiador Roberto Cassá en su obra “Padres de la Patria”, que Duarte crea la Sociedad Secreta La Trinitaria el 16 de julio de 1838. Apunta que la dotó de los recursos prácticos y organizativos necesarios para alcanzar sus objetivos. Para ello la asoció con la tradición masónica, siendo su principal rasgo distintivo el pensamiento libertario de la Ilustración y el secreto.

Le dio una organización celular, siendo cada cuerpo de conspiradores independiente del resto, concibiéndose como una cadena que confluía en los primeros iniciados. Los trinitarios se identificaban por un seudónimo y un color: Duarte tenía el azul, Sánchez el verde y así sucesivamente. (1)

Tomás Bobadilla y Briones, quien fue el primer gobernante de la República Dominicana durante la Primera República, reunió en 1858 una asamblea de antiguos afiliados para «rehabilitar la masonería» en el país, ya que los talleres habían cerrado por el proceso de independencia de Haití.

En ese año de 1858 se funda la Gran Logia de la República Dominicana, quizás la institución laica no gubernamental más antigua del país.

A partir de allí comienzan a crearse logias que algunas hoy trabajan normalmente como la «Cuna de América No. 2», instituida el 9 de enero de 1859, taller que estuvo protegido por el presidente Pedro Santana, quien dictó el decreto cediéndole el local donde todavía laboran, que antes había sido parte del claustro del Convento de los Mercedarios.

Entre 1858 y 1861 hay una expansión levantando columnas en varias ciudades del país, entre otras, las logias «Fraternidad» en El Seibo; la «Concordia», en La Vega; la «Nuevo Mundo», en Santiago; la «Perfecta Armonía», en Azua; la «La Fe», en Santo Domingo.

La masonería ha vivido las vicisitudes propias del devenir histórico de la patria. Durante la dominación española (1861-1865) padeció los embates de las practicas propias de la monarquía, entre otras causas, por la actitud del arzobispo español Bienvenido Monzón, siendo su radicalismo un acicate para que los masones, en su mayoría, participen en las luchas por la restauración republicana.

Durante las intervenciones norteamericanas fueron vigilados, aunque en los Estados Unidos la Orden no solamente está permitida, sino que, comenzando por George Washington, muchos presidentes han sido miembros de la institución.

Durante la dictadura de Rafael Leónidas Trujillo (1930-1961) no se registra ningún tipo de persecución.

En la historia dominicana se distinguen como masones José Núñez de Cáceres, precursor de la independencia efímera de 1821; Pedro Santana, primer presidente constitucional en 1844, Gregorio Luperón, héroe de la Guerra Restauradora de 1865, quien fue de los fundadores de la Respetable y Benemérita Logia Restauración Nº 11, en Puerto Plata en compañía de los ciudadanos Pedro Dubocq, José Francisco Ginebra, Chery Cohén, José Vicente Garrido, entre otros, quienes realizaron el acto fundacional el 25 septiembre de 1867.

El himno nacional de la República Dominicana, cuya letra fue compuesta por Emilio Prud’Homme y la partitura fue creada por el Maestro José Reyes en 1883, ambos hermanos masones, el mismo se interpretó por primera vez el 17 de agosto de 1883 en los salones de la Respetable Logia Esperanza Nº. 9, taller que mantiene levantadas sus columnas.

En junio de este año se eligió una nueva directiva presidida por el Gran Maestro Cesar Duran Pichardo, quien es el último eslabón en la cadena fraternal que inicio Tomás Bobadilla y Briones al momento de levantar las columnas de la Gran Logia, siendo engrandecida por muchos quienes han continuado la labor y cada día se incorporan noveles que la extenderán en el tiempo con una labor tesonera en favor de la armonía social, como templo de la razón y la libertad de pensamiento en la República Dominicana.

1) Cassá, Roberto. “Padres de la Patria”, pág. 19 y 20.

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