Rusia confirma muerte de Yevgeni Prigozhin, jefe del Grupo Wagner



El fundador del Grupo Wagner, Yevgeni Prigozhin, viajaba a bordo del avión que se ha estrellado este miércoles en la región rusa de Tver, al norte de Moscú, según ha confirmado la agencia federal de aviación de Rusia.

La institución ha difundido en redes sociales los nombres de las diez personas que se encontraban a bordo de la aeronave, entre las que también figura un estrecho aliado de Prigozhin, Dimitri Utkin.

También han dado por muerto al líder de Wagner canales en Telegram afines a la organización, incluido Grey Zone, que incluso ha asegurado que el avión pudo ser derribado.

El paradero de Prigozhin ha sido motivo constante de especulaciones desde que en junio perpetró una rebelión contra el Kremlin, en la que sus tropas llegaron incluso a avanzar hacia Moscú. El oligarca reapareció esta semana en un vídeo en el que sugería que se encontraba en África.

Ucrania afirma que Putin envía «una señal a las élites»

El principal asesor de la Presidencia de Ucrania, Mijailo Podoliak, ha afirmado tras el siniestro aéreo en el que podría haber muerto el jefe del Grupo Wagner, Yevgeni Prighozin, que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, quiere enviar con la «eliminación» de su rival «una señal a las élites» de cara a las elecciones del próximo año.

Podoliak no ha querido entrar en detalles, a la espera de que «la niebla de la guerra desaparezca», pero considera «obvio» que «Putin no perdona a nadie», recordando que Prighozin lanzó hace exactamente dos meses un desafío sin precedentes contra el mandatario ruso. «Estaba esperando el momento», ha apostillado en un mensaje en su cuenta de la red social X.

Con este incidente, ha añadido Podoliak, el mensaje de Putin sería: «Cuidado. La deslealtad implica la muerte». Así, ha señalado que «si no es un tribunal ucraniano, será con una bala del FSB», en alusión a las siglas oficiales del Servicio Federal de Seguridad.

Para el asesor ucraniano, es también «obvio» que Prigozhin estaba firmando su propia sentencia de muerte cuando creyó en las «garantías» ofrecidas por el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko, que medió durante el motín de junio.

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