La Zona Colonial, El “Teteo”,Los Responsables y las Causas del Fenómeno



Por José Ricardo Taveras Blanco

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Los eventos recién sucedidos en la Zona Colonial han despertado la ira de toda la nación y como es normal se ha venido procurando el establecimiento de responsabilidades del degradante caos allí vivido. 

La mayor parte de las críticas han llovido sobre la Policía Nacional ( @policiaRD ), Politur ( @PoliturRD ) y los organismos de seguridad en general, destacándose la observación de la imprevisión de la inteligencia del Estado, así como su indiferente actitud al no reaccionar a un evento que permaneció durante horas sin recibir ningún tipo de reacción por las autoridades del orden.
 
Todo eso es verdad, la propia vicepresidenta de la República lo admitió al declarar a la prensa que ahí “… falló todo, absolutamente todo (…) y la seguridad también por supuesto”, sin embargo, plantearlo únicamente de ese modo concentra nuestras energías en procurar responsabilidades, asumiendo que se trata de un evento inédito, cuyo remedio puede consistir estrictamente en un régimen de consecuencias lapidario, absolutamente necesario pero al fin y al cabo pasajero e irrelevante de cara al futuro si no se hace un abordaje integral del problema, en sus raíces fundamentalmente.
 
En efecto, lo que vivió la zona colonial sucede todos los fines de semana en espacios barriales de las principales ciudades de nuestro país sin que hasta la fecha haya llamado la atención de nadie, sí, admito que lo miramos, pero con sonrojo, desde la lejanía que nos muestran las ventanas de la redes sociales, pero, como se desarrollan en una especie de guetos o zonas de tolerancia en las que se vienen convirtiendo parte de nuestros barrios marginados, nunca nos ha importado. 

Pero esa cotidianidad que nos encanta mirar de lejos se trasladó por una noche a la zona colonial y nos tocó de manera directa la piel, rompiendo definitivamente la lejanía del que observa desde un balcón mientras discurren nuestras desgracias, porque simplemente no nos tocan.
 
El ”Teteo” y la subcultura que ha venido desarrollando esa desgraciada realidad no vino de la nada, es el resultado de décadas de abandono del Estado a la implementación de políticas tendentes a abordar preventivamente las consecuencias la ausencia de la escuela, la autoridad del maestro, la incursión del Estado en el fuero familiar de por sí golpeado, y, el desarraigo de nuestras clases más indefensas, especialmente las provenientes del campo. 

El abandono referido nos ha llevado al desarrollo caótico de una sociedad que sobrevive en medio de una profunda crisis de autoridad, carente de una adecuada escala de valores, alojada en un desarrollo urbano que tiene por única “lógica” la de una madeja sin cuenda expresada en los cinturones de miseria que circundan nuestras más grandes ciudades.
 
En el hábitat enunciado viven seres humanos, en una sociedad, que además de anémica en el impulso de políticas culturales y de esfuerzos válidos para la reivindicación de nuestra identidad, también se encuentra bombardeada por los poderes de la tierra por la imposición a base de papeletas de una neo-cultura que pretende subvertir sus valores a cambio de hedonismo, relativismo y  consumismo, aderezada en nuestro medio por puntos de droga, ausencia de autoridad y más que eso, la presencia de una autoridad contratada, cuando no financiada, electa o representada por el delito en más casos de los que debiera, a lo que se une que las élites han asumido como mecanismo de legitimización “democrática” y comercial la genuflexión hipócrita a los patrones degenerados que pare el caos, no solo en la política, también en la empresa, todos se arrodillan convenientemente a los “paradigmas” paridos por el desorden.

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