La sociedad de la nieve: Algunos secretos sobre cuatro de sus escenas



La sociedad de la nieve es una película que impresiona y asombra, así han descrito muchos de los espectadores el filme que, bajo la dirección de Juan Antonio Bayona, recrea la odisea de los supervivientes del accidente aéreo de los Andes de 1972, que tuvieron que recurrir a la necrofagia para no morir de hambre.

De acuerdo con la crítica, la película destaca por su rigor técnico (que le ha valido el reconocimiento de los Óscar) y por el talento de Bayona para emocionar.

El filme, disponible en cines de todo el orbe, se estrenó en Netflix el 4 de enero. Bayona contó con el apoyo de la plataforma para hacer la película en español, con actores de Argentina y Uruguay, y reflejar todo lo que conoció de los testimonios de los protagonistas y sus familias.

La sociedad de la nieve es una de las favoritas para los premios Goya y para el Óscar a la mejor película internacional. Bayona explica cuatro de sus escenas más relevantes.

El accidente
Como “un reto narrativo y un reto técnico” describe Bayona esta escena que llega pronto en la película y que deja claro la experiencia física e inmersiva a la que se va a enfrentar el espectador.

El accidente es un momento crucial en la trama que se beneficia de la decisión del director de apostar por efectos visuales prácticos en vez del CGI (imágenes generadas por computadora).

Para esa importante escena se usó un entramado de cuerdas con el fin de que los actores saltaran por los aires. También pueden verse muñecos fabricados por los especialistas David Martí y Montse Ribé, que sustituían a los actores en las escenas donde iban siendo aplastados.

El resultado final es un ejercicio de montaje y sonido, rodado en Madrid, que mete de lleno en el accidente y que también supuso un reto narrativo, ya que investigaron mucho para saber cómo había ocurrido realmente para recrearlo de una manera fidedigna.

“Es como hacer un puzzle. Son secuencias muy técnicas”, subraya Bayona. Además, explica que instaló pequeñas cámaras GoPro en diversas partes de la escenografía del avión, que brindaron planos útiles al momento de armar el relato.

Asimismo, se usaron cuerdas para lograr que uno de los actores saliera despedido de la nave. Sobre el sonido, comenta la importancia de jugar con este en la secuencia: el silencio del impacto, la falta de fuego por la presión y la ausencia de música.

La decisión

Para Bayona, la escena 82 fue menos técnica, pero igual de complicada. Foto: Netflix.

Uno de los momentos más intensos dramáticamente llega cuando el grupo debe hacer frente a una decisión fundamental, comerse los restos de los compañeros muertos para sobrevivir.

Era una escena clave, y por tanto Bayona se acuerda perfectamente de ella: “La 82”, dice. Por primera vez, se habla de usar esos cuerpos. Un drama moral que para el director supuso un reto a nivel de dirección de actores. Hablaron con los supervivientes y descifraron lo que había pasado en aquel momento.


Cada mañana, el reto era brutal, “un plano con 29 personas, era extremadamente complejo”.

Tardó mucho en escribirse y se ensayó muchísimo hasta plasmar en unos minutos toda la tensión entre los personajes que debía contar, por miradas y montaje, las relaciones entre ellos e, incluso, mostrar un contexto social del momento y el conflicto ético que suponía. Una escena menos técnica, pero igual de complicada.

La avalancha
Otra de las escenas que se quedan grabadas en la memoria del espectador es la de la avalancha, una imagen que, como dice Bayona, es “casi cruel”.

Muchos días después de sufrir el accidente, luego de comerse a sus compañeros fallecidos y tras un momento de felicidad momentánea, de nuevo la montaña se vuelve contra ellos. Una escena que se rodó también apostando por efectos prácticos, empezando por ese aire a presión que les lanza unas maletas de goma.

De acuerdo con el director, la escena se hizo en un espacio diminuto donde los actores estaban escondidos y tapados con nieve real.

Para Bayona, era fundamental el realismo de la nieve, porque “la nieve artificial no funcionaba”. Se les fue dando la orden para salir e ir rodando en un decorado donde, en 14 metros, tuvieron que situar a “19 actores, ocho dummies y un equipo de cámara” y coreografiar todo.

Era un espacio tan reducido que hasta los actores limpiaban los lentes de las cámaras para seguir rodando sin paralizar todo, confiesa el director de la cinta.

Los actores aguardaban bajo la nieve a que Bayona les dijera cuando salir. Así, poco a poco, emergían de la nieve para desenterrar a sus compañeros. Es más, uno de ellos orinó de verdad en sus manos para poder escarbar, ya que se le congelaban las manos.

“Los pobres estaban a oscuras con la nieve derritiéndose”, cuenta Bayona, y agrega que al terminar la escena, los actores corrían hacia el otro lado del set para recibir toallas y quitarse la ropa mojada.

La expedición
“Salir era morir”, dice Juan Antonio Bayona sobre el instante en que los personajes deciden ir en busca de ayuda. En cuanto al rodaje, este destaca la combinación de lo físico con lo digital, en especial, la importancia de los efectos visuales para unir los planos de Sierra Nevada (locación donde se grabó) con los de la cordillera de Los Andes registrados por el mismo.

En las escenas donde los actores suben las pendientes, estos están sujetos con cables. No obstante, el momento en el que Nando y Roberto llegan al punto clave de su ruta, fue grabado por dobles de acción en la ubicación real. “No había seguro que cubriera”, bromea Bayona.

Una escena épica también esconde un momento íntimo, cuando los protagonistas, en vez de desesperarse por su paradero, se sientan en un momento de pausa a contemplar el paisaje.

Fuente: Cubadebate

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