Rafael Céspedes Morillo
En las épocas anteriores a 1998, Venezuela se dividía en tres tipos de votantes: Verde, Blanco y ‘’Depende’’, pero ese ‘’depende’’ comenzó a crecer, a crecer y a crecer, y ni los unos ni los otros se dieron cuenta, y como el ‘’depende’’ no tenia organización, tampoco los ‘’dependes’’ se dieron cuenta de su crecimiento.
Lo hicieron sin proponérselo y sin aprovecharse de ello, solo eran más y punto.
¡Pero pasó algo! Es que un grupo de políticos se dieron cuenta de lo que sucedía y se decidieron por un proyecto que los aglutinara y los utilizaría para lograr apoderarse del poder y eso fue lo que sucedió en el 1998 con Hugo Chávez a la cabeza, claro, ese grupo le dio forma y motivos, le dio causas y medios, hasta que se convirtió en razón colectiva, de la mayoría sin color, o que habían abandonado su color, pero seguían con el dolor de la necesidad acumulada de prácticamente todo un pueblo.
Así siendo, así actuando, el más adelante ‘’Chavismo’’ convertido en sentimiento, cuasi ideología, bajo la sombrilla de una frágil semántica llamada: ‘’socialismo del siglo XXI’’.
Sin resolver nada, pero el pueblo llano, seguía votando porque la ilusión hermanada con la esperanza era más que una posición, era una disposición muy fuerte y bien sembrada.
Las recapitulaciones revivían y hacían su trabajo de producir votos, la oposición dividida y vendida en algunos sectores, seguía sin entender, y/o sin hacer lo que debía, sus dardos estaban dirigidos al blanco equivocado, atacaban al protagonista del chavismo, en vez de atacar y mostrar los malos resultados.
Por ahí no podían debilitar, es más, la oposición ni siquiera se dio cuenta que el chavismo estaba perdiendo base y que el fenómeno pre 1998, de una clase independiente que llamamos ‘’depende’’ surgía de nuevo y comenzaba a crecer, a crecer y a crecer.
Alguien en algún momento lo definió como: “NINI’’, parecía como que solo dormían, y ahí tampoco la oposición supo leer el escenario.
Volvió a querer derribar a Chávez y no a sus incapacidades, a sus ceros o pésimos resultados, al trabajo infecundo, parecía un ceguera colectiva en la oposición, que en vez de abrir los ojos, los apretaban para que no se fueran abrirse, tanto, que en un gesto nunca visto, un gesto de la mayor gallardía que se pueda exhibir, una decidida mujer le lanzó la primera lanza al águila que ya volaba muy bajo, cuando en plena asamblea lo desafió y le enrostró sus errores y desaciertos, sus mentiras y flaquezas, a las que no solo no pudo responder, sino que ese gesto valiente pero desgraciadamente efímero, le valió a ella, un crecimiento de más unos 7 puntos durante esa semana.
Pero el Águila no había muerto, solo estaba herida, y eso no era suficiente, había que seguir martillando y dando, emular, imitar y repetir el ejemplo con otros lanzamientos, y más y más.
Entonces un día la yerba se haría leche. Pero así no sucedió, ni entendimos, ni aprendimos ni mucho menos convertimos los equívocos ajenos en victoria nuestra.
Tenemos en julio una oportunidad, un especial espacio que ojalá sea aprovechado para unir a los ‘’dependes’’ con los que fueron otros, con los frustrados, con los engañados, con los patriotas, en fin, con los demás, dejar de lado el “yo soy”, porque son todos los venezolanos, porque si bien es cierto que algunos no sufren, sufrirán mañana cuando no tengan a quien hacer sufrir.
No se puede fallar, porque no se trata de chavistas, maduritas, oposición o ‘’dependes’’ con traje de independientes, o NINI, se trata de un pueblo, llamado Venezuela.
Dejen atrás a esos que solo piensan en Miraflores en vez de pensar en Venezuela. Dejen atrás a esos que reviven lo que deberían dejar en el cementerio, o donde estén.
Es hora de que esos muertos entierren a sus muertos, y ese pueblo regrese a la vida. ¿Quiénes son los enemigos de hoy? ¿Los Chavistas o lo Maduritas?
De eso hablaremos la semana próxima.
