A MITAD DEL 2025 LO INTERNACIONAL TIENDE A EMPEORAR



Juan Pablo Lira B.

Estamos en la mitad del 2025, y mientras corre el calendario, la situación global empeora, sin equívocos.

Iniciamos el año con nubarrones: guerra en Europa tras tres años de invasión rusa a Ucrania, con más de 1 millón de muertos y 8 millones de desplazados; guerra en Oriente Medio, que de verdad no es guerra, porque después del crimen cometido por los terrorista de Hamas en octubre del 2023, el ejército israelí (equipado y financiado por Estados Unidos y Europa) ha arrasado la Franja de Gaza y exterminado a más de 60 mil palestinos mayoritariamente mujeres y niños, profundizándose la huella de dolor y odio, que si era grande, ahora es inconmensurable. Por ello, Netanyahu es un genocida.

En muchos países la democracia está debilitada, habiéndosenos habituado a informarnos de manera controlada y manipulada, por lo que recurrentemente nos preguntamos si tal o cual hecho es verdadero o no.

La pugna por la posesión y explotación de escasos recursos naturales explica que las potencias generen conflictos en diversas regiones del mundo. Ello, también ocurre con situaciones como el reciente enfrentamiento entre India y Pakistán -ambas potencias nucleares- que nos fuera relatado como escaramuzas fronterizas, obviando explicarnos que allí hay un conflicto mayor heredado del nefasto colonialismo británico, responsable además de la creación del Estado de Israel en un territorio habitado milenariamente por el pueblo palestino.

Giramos la mirada, y nos encontramos con que nuestro continente está cada vez más carcomido por el narcotráfico. Debiendo sumarse una mayoritaria población empobrecida por la vergonzante concentración de la riqueza, caldo de cultivo para que la delincuencia cunda por doquier, unido a una rampante corrupción, pues no se concibe negocio o inversión pública o privada sin ella.

Toda Latinoamérica y el Caribe, se encuentra sumergida en una decepcionante mediocridad. Los índices que miden el desarrollo se encuentran entre los más bajos del mundo, con la tristísima excepción de tener los más altos de criminalidad.

O sea que, por donde se nos analice llevamos las de perder, lo cual es inexcusable pues contamos con todo tipo de recursos naturales, pudiendo aventurar entonces que el problema radica en nosotros, sus habitantes.

Y, desde finales de enero, tenemos en la Casa Blanca a Donald Trump, quien en cinco meses ha hecho que el mundo enloquezca, no justamente de felicidad.

Nunca esperamos que seriamos testigos del inicio del fin de la democracia en los Estados Unidos, en donde sin autorización del Congreso ordenó el ataque aéreo a Irán; dispuso la movilización del Ejército para controlar el orden público; ordenó que se persiga, detenga y expulse a miles de extranjeros con situación migratoria en orden; y permite e instiga que se detenga y golpee a Senadores y Representantes al Congreso, ocasionándose una muy marginal condena.

Amenaza a media humanidad. Actúa con arrogancia y total falta de respeto. La invasión de Rusia a Ucrania que ofreciera finalizar en 48 horas continúa; debió bajar la estridencia frente a China pues los asiáticos le retrucaron con aranceles similares a los que quiso aplicarles; las amenazas a México y Canadá a debido morigerarlas; los deseos de anexarse la danesa Groenlandia y el Canal de Panamá pareciera no poder cumplirse.

Y si creíamos que la situación en Cuba, Venezuela y Nicaragua cambiara drásticamente, nos equivocamos.

Todo parece indicar que a las situaciones sucintamente descritas se le sumarán más discordias, disputas y desencuentros. El deterioro medioambiental por el cambio climático se acentúa, la delincuencia derivada del narcotráfico tampoco merma, la migración -a la que se culpa de muchos problemas- tiende a aumentar.

Todo lo reseñado lleva a que el afecto por la democracia, el multilateralismo y el respeto por los Derechos Humanos disminuya día tras día.

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