Mi respeto para Luis



Por Charlie Núñez

No soy brujo, mago ni nada por el estilo, pero no había que serlo para saber que después del intento fallido de reforma fiscal el presidente Luis Abinader crearía las condiciones para que, desde una posición de víctima, seamos nosotros quienes le solicitemos la reforma.

En fecha 22 de octubre de 2024, en un artículo titulado “Dominicanos, sin bajar la guardia”, decía que el pueblo tenía que estar “ojo avizor”, pues en algún momento volverían a sonar las sirenas de la reforma, y en ese instante tendrían que tener las cacerolas afinadas para sonar la melodía que detuvo la intentona aquella.

Quiero aclarar que no soy antirreforma y mucho menos con el nivel de incumplimiento que se refleja en el complejo sistema impositivo nuestro; a lo que en lo particular me resisto es a que se continúe poniendo más peso sobre los hombros de quienes más cumplen, que casi siempre es la clase media.

Nos oponemos a la bendita reforma fiscal para seguir otorgando pensiones políticas con el objetivo de captar votos y complacer amigos.

También nos oponemos a que se inventen toda clase de “cariñitos” y “brisitas”, supuestamente para los pobres, y que parezcan orgías y huracanes en los supermercados en manos de personas que no las necesitan y las reciben al por mayor. Todo esto viene acompañado de millonarias campañas publicitarias.

Tampoco estamos de acuerdo con los subsidios, dizque para proteger a la población, y terminan haciendo más ricos a los ricos.

No puedo ver con buenos ojos a medio Gobierno en “viajes oficiales” y grupos de funcionarios con sus amigos bebiendo vinos caros y consumiendo los mejores platos, que solo vemos quién los paga cuando salen informes de lo que se gasta en las instituciones públicas.

Ahora bien, cuando usted chequea los datos de las encuestadoras en el país, entre los principales problemas están el económico en sus diferentes manifestaciones, el migratorio, la inseguridad y la corrupción.

Si usted observa el por qué no estamos de acuerdo con la reforma, le agrega que Luis dice que rinde los chelitos, le suma la cantidad de préstamos y lo compara con la cantidad de obras iniciadas y sin concluir, las que se quedaron en promesas o en anuncios, la mala calidad de las entregadas y el deterioro de las existentes; necesariamente tiene que concluir que el problema es Luis y su gente.

Pero el sabio Luis, enredó a los principales jefes de la oposición en el tema migratorio, tiene mecanismo para que el tema de la corrupción mantenga silenciados a sus contrarios y ahora pone un ministro en Hacienda, que la comunicación del PLD se fue con el amague, creyéndose que vendiendo la narrativa de que tuvieron que llamar a un “peledeísta”, con lo que ayudaron a Luis en sus excusas futuras. “Lo que se ha hecho ha sido entre todos”.

El principio de la narrativa está sobre la mesa; la segunda parte se inició cuando Luis dijo: “Sin la reforma fiscal es muy difícil cumplir con las demandas sociales”. ¡Ohhh!, ¿usted no se sabía esa cuando andaba por ahí dando clases de sabiduría? Si se la sabía, ¿por qué no incluyó en su discurso de campaña lo de la reforma fiscal? ¿Ahora es reforma fiscal o de modernización fiscal? ¿Cómo deben llamarle ahora los periodistas, reforma fiscal o de modernización fiscal? Hay que estar vivo para ver.

Señor presidente, dele para atrás a esa carga fija de despilfarro, explíquenos dónde ha metido usted tanto dinero y entonces hablamos de reforma fiscal.

A la población le digo lo mismo que en octubre de 2024: sin bajar la guardia y, mientras tanto, vaya afinando sus cacerolas.

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