Por Narciso Isa Conde
Algunos dicen que los feminicidios son una epidemia.
La verdad es que esa cruel expresión, y muchas otras formas de violencia contra la mujer, no solo no se detienen, sino que aumentan cada día.
Crecen en la medida las denuncias, la conciencia y el repudio social al machismo son mayores.
Crecen como replica aberrante y estremecedora al justo rechazo a una forma de dominación y opresión cada vez más inaceptable.
¿A quién culpar? ¿Solo a los victimarios directos?
Eso equivale a quedarse en las hojarascas de esta gran tragedia social. A obviar lo que acontece en este sistema multi-opresor.
Los victimarios son solo engendros despreciables de la opresión patriarcal y la ideología machista que la sustenta.
Una opresión que considera a la mujer dependencia del hombre, instrumento de placer sexual y cuidado del hogar.
Que le niega derechos hasta sobre su propio cuerpo y alimenta la resistencia al reconocimiento de sus atributos como ser humano.
Culpables mayores son el Gobierno, Estado, cúpulas empresariales, militares, policiales, partidistas, intelectuales y mercadologos; los congresistas y su código penal, el sistema educativo, las instancias judiciales…que permanentemente reproducen esa manera de ser, pensar y ejercer el poder.
¡El reto es derrotarlos!
