Innovación con desarrollo asociativo




Isidro Toro Pampols

La sociedad no se encuentra en un estado de equilibrio permanente, sino que la pone en movimiento los inventos, nuevas ideas, modelos de pensamientos y formas de conductas de personas creativas que rompen la posibilidad de cualquier estado hipnótico de la misma. La idea no es nueva, ya fue planteada, entre otros, por el sociólogo francés Jean-Gabriel de Tarde (1843-1904).
En el mercado cuando se habla de innovación usualmente se piensa en productos y procesos, pudiendo las empresas aumentar su productividad y su competitividad. Suele ocurrir que se pierde el sentido humano en las sociedades mercantiles, no así en las organizaciones económicas basadas en la cooperación, las que contemplan en sus planes de desarrollo tecnológico el aspecto social, por ser estas modelos democráticos y de participación.
Asociatividad, desde la perspectiva de la sociología organizacional, es la unión libre de personas, grupos u organizaciones con fines propios, en que las unidades agrupadas como miembros aportan su contribución en la realización de los objetivos comunes.
La mayor limitante de una organización, formal o informal, no es su tamaño, sino su capacidad de hacer transacciones con el fin de lograr sus objetivos y si individualmente no les es posible satisfacer esas demandas, pues allí está la asociatividad como un recurso bueno y valido para sortear los escollos y adelantar emprendimientos exitosos.
El modelo asociativo surge como uno de los mecanismos de cooperación que persigue la creación de valor a través de la solución de problemas comunes originados fundamentalmente por falta de escala.
En materia de innovación tecnológica en organizaciones altamente horizontales, como las asociaciones de productores, cooperativas, clúster, grupos de economía circular, naranja, entre otras, uno de los problemas es la ralentización en el proceso de toma de decisiones por el simple motivo de que el número de participantes es mayor que en las empresas mercantiles de pocos dueños. Esa característica no implica que la calidad de las decisiones sea mejores o peores, pero si que la cantidad de individuos que participan hacen del mecanismo en muchas ocasiones, no siempre, algo más lento.
Pero tiene una ventaja, al participar más personas se obtienen una variedad de enfoques que en muchas ocasiones parten de la premisa de que innovar es crear o recrear desde la sublime pasión por la vida porque allí, donde se construye el espacio de decisión, se debe escuchar a todos y más allá de recibir a un tecnólogo que nos va a enseñar a utilizar herramientas que transformaran productos y procesos vamos, en conjunto con el instructor, a compartir nuestras vivencias escuchando y tomando en cuenta a todos, de esta forma podemos reinventar nuestras organizaciones como espacio de progreso útil en la vida de cada uno de los componentes de la asociación que, finalmente en función de su satisfacción personal, contribuirá en su comunidad a lograr zonas de armonía y calidad, tan necesarios para lograr un país que compita en materia de innovación con felicidad.
Hay países que recurrentemente no aparecen en la prensa con logros en materia comercial, deportiva, científica o en otras áreas, pero cuando miden los niveles de felicidad, se encuentran entre los primeros y posiblemente será porque han alcanzado la capacidad de innovar pensando en el ser humano.

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