Astroturfers o el contaminador político




Isidro Toro Pampols

Un astroturfer se define como la persona que contamina la opinión pública. Los astroturfers, en política, procuran fomentar acciones focalizadas en temas generales u orientadas a zonas geográficas determinadas, con el fin de crear una impresión entusiasta en favor de un candidato o una causa.

El astroturfing es una técnica de comercialización o mercadeo que busca proyectar una imagen falsa de naturalidad y espontaneidad con el fin de generar apasionamiento en torno a un partido o un personaje político dando la impresión de gozar de una fuerte relación con su entorno comunitario gracias a su identificación con la base social.

El origen del nombre se encuentra en la compañía americana de césped artificial “Astroturf”, construyéndose la metáfora que relaciona la artificialidad de algunos dirigentes simulando ser natural en ellos la popularidad y, por proyección, a sus organizaciones.

Por lo general el astroturfing se lleva adelante creando perfiles falsos en las redes sociales, afiliándose a comunidades online y por esa vía apoyar al suyo y, en ocasiones, atacar al rival. Un caso renombrado de astroturfing comercial fue una marca internacional de hamburguesas que pago a miles de personas para que hicieran filas en el lanzamiento de un nuevo producto. Se asemeja cuando un candidato contrata a centenares de motoristas para acompañar una caravana con banderas y otros efectos de propaganda. Esas multitudes se publicitan por las redes sociales intentando crear un ambiente de reconocimiento y apoyo al dirigente o a la hamburguesa in comento.

El astroturfing es lo opuesto a los movimientos de base que son espontáneos en función de un objetivo, como temas medioambientales, educativos, salud, lucha contra la corrupción, entre otros; ejemplo la “marcha verde” en la República Dominicana. Estas tendencias comunitarias son corrientes que se forman naturalmente sin el concurso o promoción de partidos políticos o desde el poder, porque de ser así, perderían su condición de naturalidad. El astroturfing es la negación de este tipo de expresión ciudadana.

En ocasiones los astroturfers se involucran con estos movimientos de base utilizando las redes sociales, entre otros mecanismos de comunicación, con el fin de aparentar una identificación natural del dirigente que ellos promocionan con los objetivos del movimiento.

Para ello utilizan innumerables técnicas que van desde la media verdad o declaración engañosa, los bulos o falsedades articuladas mediante los llamados “bots” o cuentas inducidas por un programa de computación que se dedica a publicar mensajes establecidos de manera automática, las falacias, los agentes provocadores, organizaciones fachada, el discurso político cabalgando sobre la tendencia que señalan las encuestas o lo que este viral en las redes sociales, sin pasar por el tamiz de su programa de gobierno o cuadro de ideas, practicando un oportunismo repulsivo. A lo anterior podemos agregar la propaganda sucia, discurso de odio, que en nuestras latitudes va más allá de los temas raciales o religiosos, utilizando lo que en lógica se conoce como argumento ab hominem, que se enfoca en desacreditar al oponente resaltando alguna característica o creencia impopular del competidor, en vez de criticar la tesis o planteamiento que están sobre la mesa de discusión.

A medida que nos acercamos al año propiamente electoral observaremos como se ponen sobre relieve mecanismos de astroturfing y corresponde a quienes pensamos que la política no es un juego de roles en que un día actuamos en un papel y otro cambiamos de ropaje en cuanto a ideas y posiciones, analizar y denunciar la mala práctica que, aguas abajo, hace dañar al régimen político sobre el que descansa la democracia.
En definitiva, el astroturfing es un ejercicio de corsario político quien actúa bajo la bandera del empleador y protege su identidad, sin tomar en cuenta el daño que le hace a la sociedad intoxicando el sistema político.

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