Innovación tecnológica en las maquinarias políticas



Isidro Toro Pampols

Hoy es imprescindible que los partidos políticos incorporen herramientas cibernéticas para el mejor desarrollo de sus actividades en función de alcanzar sus metas programáticas. En ese orden, las ciencias de la computación son parte de los medios para alcanzar el objetivo, pero hay que tener cuidado de no transitar el sesgo de transformar el medio en un fin en sí mismo.

Cada día encontramos innumerables interrogantes que causan gran estrés especialmente a los dirigentes de agrupaciones políticas. Veamos algunas: ¿Habrá un totalitarismo digital? ¿Se acabarán las encuestas y sondeos tradicionales? ¿Pueden predecirse las elecciones con Twitter? ¿Es la forma de comunicar más importante que lo comunicado? Esta última pregunta, sin pretender dar respuesta a un planteamiento tan denso, nos lleva al centro de lo que deseamos poner de bulto en este breve escrito.

Recordamos al filósofo canadiense Herbert Marshall McLuhan (1911-1980) quien acuñó la frase “el medio es el mensaje”, expresión resumen de la reflexión sobre la incrustación del medio en el mensaje que se trasmite, creando una correspondencia o asociación intima en la que el medio influye en relación de cómo se percibe el mensaje.

Algo parecido ocurre con algunos partidos políticos y las herramientas tecnológicas. Incorporan en su bagaje páginas web, cuentas en diversas redes sociales, una base de datos computarizada y lo exhiben como modelo de modernidad. El portal web, en muchas organizaciones, se reduce a mostrar los símbolos del partido y el resumen curricular de algún dirigente; las redes sociales para informar de actos, lo cual es importante, registrar los resultados de los precitados eventos, donde se

difunden algunas consignas y criticar las acciones del contrario sin presentar propuestas alternativas: si es gobierno, insultando al rival o si el mensajero escribe desde el litoral de la oposición, se reprocha sin mostrar alternativas.

La tecnología ha permeado transversalmente la mayor parte de la actividad humana y la partidaria no está exenta de su influencia. Hoy se habla de la inteligencia artificial (IA) o la inteligencia llevada a cabo por máquinas, del Internet de las cosas (IdC), que es la conexión de internet más con objetos que con personas, controlando y ordenando el acceso a datos, servicios específicos en la educación, seguridad, salud, el transporte, entre otros campos de la cotidianidad. Así pareciera que el debate político se va comprimiendo de manera considerable. Como si todo apunta a una reducción de los espacios para la discusión ideológica.

De lo anterior se deduce una causa, aunque no la única, del porqué los partidos políticos se vienen transformando en clubes electorales que se activan en tiempos de votaciones y actúan sobre la base del mercadeo. Hay quienes piensan que así serán las organizaciones políticas del mañana.

Sobre la base de lo señalado, algunas agrupaciones partidarias se agotan en preparar la maquinaria electoral hundiéndose en la desviación del electoralismo que, según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (DRAE), es la “actitud y conducta motivada por razones puramente electorales”, transforman el partido en un club electoral teniendo la informática como gran aliada para identificar nichos de votantes, vigilar el desarrollo en los colegios electorales y contabilizar los resultados de las votaciones.

Pierden de vista que la innovación tecnológica ofrece cada día nuevas herramientas altamente mejoradas para hacer bueno los fines de una agrupación. Si nos acogemos al concepto de partido político del español Ramón Cotarelo, quien lo concibe como “toda asociación voluntaria perdurable en el tiempo dotada

de un programa de gobierno de la sociedad en su conjunto que canaliza determinados intereses y aspira a ejercer el poder, mediante su presentación reiterada a los procesos electorales” (1), encontraremos en la informática herramientas de gran ayuda para difundir el “programa de gobierno” propuesto a la sociedad, someterlo a escrutinio, abordar los temas nacionales de acuerdo al ideario que defiende la organización y exponerlos a la ciudadanía para que intercambien ideas, así como organizarse para participar en los certámenes electorales.

La computación nos ayuda en el trabajo que, cara a cara con el vecino, debe realizar el dirigente y los militantes tan necesario para que las ideas del partido no queden como consignas tras un diseño publicitario o expuesto en una página web bien trazada, pero faltándole ese calor humano del que se quejaba Giovanni Sartori (1924-2017) en su análisis de la ciber democracia. Al momento que un dirigente local aborda a un individuo para tratar temas comunales o nacionales, bien apertrechado de ideas y con un índice documental a mano en su teléfono u otro dispositivo digital, estamos haciendo un uso de la tecnología con rostro humano. Vista así, la idea del partido político en contacto cercano con la comunidad no desaparecerá.

1) Cotarelo García, Ramón. Introducción a la política. Editorial Tirant lo Blanch. España 2015

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