La diplomacia antinazi de Roosevelt en Latinoamérica



Isidro Toro Pampols

Las relaciones de los Estados Unidos de América (EUA) con el resto del continente se fue redefiniendo al tiempo que crecía la influencia nazi en la región, siempre en términos pragmáticos.

Algunos héroes de los países hispanoamericanos manifestaron la importancia de una América española unida. Francisco de Miranda, Simón Bolívar, Juan Martínez de Rozas, Bernardo O’Higgins, Bernardo Monteagudo, José Martí y muchos otros plantearon formas de alianza entre los países emancipados de España. Durante el siglo XIX mientras algunos intelectuales y políticos latinoamericanos esbozaban la unidad regional, los EUA tenían una idea más pragmática, tal como lo asentaron en la Primera Conferencia Internacional Americana que tuvo lugar en Washington, D.C., del 2 de octubre de 1889 al 19 de abril de 1890, la cual convocaron “con el objeto de discutir y recomendar a los respectivos Gobiernos la adopción de un plan de arbitraje para el arreglo de los desacuerdos y cuestiones que puedan en lo futuro suscitarse entre ellos; de tratar de asuntos relacionados con el incremento del tráfico comercial y de los medios de comunicación directa entre dichos países; de fomentar aquellas relaciones comerciales recíprocas que sean provechosas para todos y asegurar mercados más amplios para los productos de cada uno de los referidos países”.(1)

El punto era sencillo: mientras buscaban su expansión más allá del Oeste continental, o sea, procuraban territorios en el océano Pacifico, deberían mantener tranquila la autoproclamada zona de influencia delimitada por la Doctrina Monroe, sintetizada en la frase «América para los americanos», la cual fue elaborada en 1823 por John Quincy Adams y atribuida al presidente James Monroe que, en resumen, autorizaba la intervención de los EUA frente a cualquier intrusión de los europeos en el continente.

El 18 de agosto de 1856 el Congreso norteamericano aprobó la llamada Ley de las Islas Guaneras (Guano Island Act), autorizando a ciudadanos de ese pais a tomar posesión de las islas con depósitos de guano, el cual es un excelente fertilizante además de una fuente de nitrato de sodio necesario para la producción de pólvora negra. Bajo el manto de esa “Ley”, las islas pueden ser ocupadas mientras que no estuviesen en la jurisdicción de otros países. También le permitía al presidente de los EUA hacer uso de su fuerza militar con el fin de proteger estos derechos. Más de cien de ellas fueron reclamadas y aún hoy algunas están bajo su dominio.

Como antecedente y nota ilustrativa, el año de 1854 un grupo de aventureros tomaron la isla Alto Velo, frente a las costas de la provincia de Pedernales, pero fueron desalojados durante el gobierno de Buenaventura Báez. El 23 de febrero de 1860, con apego a la precitada “Ley”, fue ocupada nuevamente por mercenarios que respondían a los intereses de una empresa de Baltimore, la Patterson and Murgiendo, que finalmente el gobierno nacional le concedió el derecho a la explotación del guamo, pero reconociendo la soberanía dominicana. (2)

Los EUA tenía interés en innumerables áreas insulares en el océano Pacifico, zona donde era activa la presencia de potencias coloniales europeas como España, Francia, Portugal, Holanda, Reino Unido, además del desarrollo emergente de Japón como fuerza territorial a partir de las últimas décadas del siglo XIX.

Así que los EUA no quería distraer recursos en el hemisferio occidental pero, a pesar de ello, no es pequeña la lista de intervenciones militares durante el siglo XIX en países como Argentina, Uruguay, Paraguay, Nicaragua, Colombia, Chile, Cuba y Puerto Rico, estas últimas en el marco de la guerra hispano-estadounidense del año 1898.

Esa realidad mantenía una tensa relación entre el Norte y los países al sur del rio Grande, situación que Alemania intentó aprovecharse. Recordemos algunos hechos significativos como el telegrama Zimmermann, comunicación del Imperio alemán en 1917 donde le ofrecía a México ayuda militar con el fin de recuperar zonas como Texas, Arizona y Nuevo México en caso de que los EUA entrasen a la I Guerra Mundial. Esos años coincidieron con los de la Revolución mexicana lo que hacía inviable cualquier acción militar fuera del territorio azteca. Con respecto a al Gobierno nazi, las relaciones entre ambos estados fueron de constante redefiniciones. México criticaba la persecución y asesinato de militantes de izquierda en Alemania, lo que produjo protestas diplomáticas. Enfrentaron posiciones durante la Guerra Civil española (1936-1939), México apoyo el bando republicano y los germanos el falangista. Pero a pesar de lo señalado, mantenían una postura de entendimiento sobre la base de una Alemania nazi buena compradora de productos mexicanos, como lo demuestra el siguiente párrafo de un informe de la embajada en Berlín dirigido al Gobierno azteca en 1937: “Las posibilidades del comercio germano-mexicano son magníficas. No creo que haya en el mundo otros dos países que se complementen tan bien en sus producciones como Alemania y México […] Alemania siempre necesitará nuestros minerales para su industria y para la guerra. Tales minerales de exportación mexicana como el cobre, plomo, antimonio, mercurio, grafito, manganeso, petróleo, etcétera son necesarios para la vida diaria de Alemania y estratégicos para la guerra”. (3)

Las relaciones comerciales de empresarios alemanes con sus pares latinoamericanos eran de vieja data. No fueron pocos los préstamos que dieron los banqueros germanos a gobiernos latinoamericanos y en ocasiones tuvieron que apelar a presiones extremas con el fin de cobrar las deudas, como fue el bloqueo naval de los puertos venezolanos en los años de 1902 y 1903.

Un dato clave fue la llamada “Operación Bolívar” que fue el nombre clave dado a los planes nazis en América Latina, especialmente en países de alta presencia de inmigrantes alemanes, como Brasil, Argentina, Chile, México, Uruguay entre otros. Descubierta la trama, se puso de bulto la influencia hitleriana en sectores empresariales y gubernamentales en esta parte del continente lo que alarmo a las potencias aliadas.

El presidente de los EUA Franklin Delano Roosevelt, desde mucho antes, percibía los que sucedía al sur de la frontera motivando un cambio en la política de dominación. En la VII Conferencia Interamericana reunida en Montevideo en 1933, el secretario de Estado Cordell Hull declaró solemnemente que los días del intervencionismo habían pasado y que los EUA se unía a los demás países del hemisferio en la aceptación del principio de la no intervención, prometió una nueva convivencia, la del buen vecino, y el fin de las relaciones imperialistas.

A partir de 1935 el presidente Roosevelt comenzó a preocuparse por la amenaza nazi-fascista en Europa. En 1936 ante el avance de Hitler en el viejo continente, Roosevelt pide al presidente argentino, Agustín Pedro Justo, convocar una Conferencia Interamericana Extraordinaria para la paz. La Conferencia se reunió en Buenos Aires, asistiendo el presidente Roosevelt, creándose un mecanismo de consulta para coordinar los diferentes tratados que habían firmados las naciones del hemisferio en materia de conflictos.

En 1938, en la VIII Conferencia Internacional de Estados Americanos (Lima, diciembre de 1938), el secretario de Estado Cordell Hull se esforzó por conseguir la adopción de mecanismos más eficaces de defensa contra la infiltración y posible agresión de las potencias del Eje. La ofensiva propagandista nazi en Latinoamérica era activa y mostraba avances que preocupaban a los EUA. Explotaban los sentimientos antiimperialistas dirigidos contra británicos y norteamericanos. Frente a los socialistas se presentaban como un “socialismo nacional”, luchando contra el imperialismo anglosajón; al lado de las oligarquías reaccionarias como fervorosos anticomunistas defensores de la propiedad privada y del orden establecido.

Tras el estallido de la Guerra en Europa, los EUA y los británicos buscaron crear una zona de neutralidad en el hemisferio occidental, lo que se acordó en la I Reunión de Consulta de Ministros de Relaciones Exteriores de los Estados Americanos que se celebró en Panamá, del 23 de septiembre al 3 de octubre de 1939. Allí se resolvió proclamar una zona hemisférica de neutralidad dentro de cuyos límites, en el Atlántico y el Pacífico, las potencias beligerantes se abstendrían de realizar actos de guerra. Al mismo tiempo, se emitió una declaración general de neutralidad de los países de América. Los ingleses se mostraron dispuestos a respetar la zona hemisférica neutral.
Tras el ataque a Pearl Harbor los EUA entraron en la II Guerra Mundial. Muchos países aun padecían los estragos de la crisis financiera de 1929 al tiempo que las organizaciones comunistas trabajaban en la difusión de sus ideas. En la década de los años 30, el Buro del Caribe de la Internacional Comunista enviaba activistas a los países con el fin de coadyuvar en la organización de agrupaciones comunistas. Frente a esta realidad surgieron gobiernos represivos que permitieron facilidades a los agentes nazi fascistas que en muchos casos actuaban como quinta columnas.

Tras la caída de Holanda y Francia surge la preocupación de sus posesiones coloniales especialmente si Martinica, Guadalupe y Guayana Francesa quedaban en manos del régimen colaboracionista francés (Vichy), igual si los alemanes resolvían ocupar las colonias holandesas de Curazao, Aruba, Bonaire y Surinam, lo que colocaría a las potencias del Eje en el corazón de El Caribe, cerca del Canal de Panamá y los puertos petroleros de Venezuela. En tal sentido, los países americanos se reunieron el año 1940 en La Habana, Cuba y acordaron que éstas serían puestas bajo la administración provisional de los Estados americanos.

Lo anterior no significaba una posición monolítica pero indiscutiblemente la política del buen vecino iniciada por el presidente Roosevelt antes de comenzar la II Guerra Mundial había reducido tensiones y facilitó los acuerdos hemisféricos que, finalmente, acompañaron a las potencias aliadas frente a la barbarie nazi fascista. Tras la II Guerra Mundial se crean dos grandes bloques, uno de los países occidentales y otros bajo la influencia de la Rusia marxista, enfrentamiento que inicia la llamada Guerra Fría, siendo una de las causas que, nuevamente, redefinió la política exterior de los EUA con respecto a la América Latina.

Notas:
1) https://www.oas.org/es/acerca/nuestra_historia.asp
2) Wikipedia: Incidente de Alto Velo de 1860
3) https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1870-719X2016000200223

Comparte esto!