Por Juan Pablo Lira B.
Justo el día en que se cumplía un año del inicio de la invasión rusa a Ucrania, el 24 de febrero, China hizo pública una propuesta de 12 puntos para poner fin a las hostilidades. Ello, no es cualquier cosa.
Horas antes, el Embajador chino en Naciones Unidas, votó “abstención” la Resolución propuesta por Ucrania en la Asamblea General de la ONU que fuera aprobada por 141 votos, 32 abstenciones y 7 votos en contra, para exigir la retirada de las tropas rusas, el fin de los ataques en suelo ucraniano y un proceso de negociación hacia la paz entre las partes.
El Plan de Paz se presenta luego de un simbólico encuentro, dos días antes, entre el presidente Putin y el jefe de la diplomacia china, Wang Yi, en el que, ambos países manifestaron su interés por profundizar su cooperación estratégica y llegar a nuevos acuerdos comerciales.
Beijín enfatiza la necesidad de «diálogo entre las naciones», defiende la integridad territorial de los países y pide un alto el fuego por ambas partes para impedir que la situación se empeore o incluso “se salga de control”.
El diálogo y las negociaciones son la única salida viable para resolver la crisis de Ucrania» agrega. El texto apuesta por la reanudación de las conversaciones de paz ya que «el conflicto y la guerra no benefician a nadie», afirmando que China está dispuesta «a desempeñar un papel constructivo».
Insiste también en la necesidad de que se respete y defienda «la soberanía, la independencia y la integridad territorial» de todos los países, punto muy relevante para sus propios intereses, atendido que está pendiente el problema de la isla de Taiwán que China considera parte integral de su territorio.
También condena la intención expansionista de ambos bloques, al tiempo que insta a «abandonar la mentalidad de guerra fría» y aboga por la construcción de una arquitectura de seguridad europea «equilibrada, eficaz y sostenible».
China reitera y pide el fin de las «sanciones unilaterales» argumentando que su aplicación no solo no resuelve los problemas, sino que crea «otros nuevos».
Expresa también su oposición al «uso o amenaza del uso de armas nucleares» y destaca que «una guerra nuclear no se debe ni se puede librar», al tiempo que solicita «mantener la seguridad de las centrales nucleares» en Ucrania, e insta a ambas partes a que cumplan con la Convención sobre Seguridad Nuclear.
Beijín considera urgente «resolver la crisis humanitaria» ocasionada por el conflicto con acciones que «respeten los principios de neutralidad e imparcialidad». Menciona la necesidad de garantizar las exportaciones de cereales y de «proteger a civiles y prisioneros de guerra», apoyando los «intercambios de prisioneros».
Pide, además, protección para «la estabilidad de las cadenas industriales y de suministro» y reclama a todas las partes que «protejan el orden económico existente» y «se opongan a la politización e instrumentalización de la economía mundial».
Por último, el gigante asiático se ha mostrado dispuesto a brindar la asistencia que se requiera de cara a la reconstrucción de Ucrania. Desde que estallara el conflicto, China ha mantenido una postura ambigua dentro de la cual ha pedido respeto para «la integridad territorial de todos los países», incluida Ucrania, y atención para las «legítimas preocupaciones de todos los países», en referencia a Rusia.
Pese a las sospechas sembradas en occidente, que aseguraban tener pruebas de que China se estaba planteando el suministro de armas a Moscú, Beijín ha asegurado que no va a proporcionar armamento a Rusia, retrucando que -en cambio- quienes si proporcionan armas a uno de los contrincantes son otros.