Dando Jaque: En las manos de Caronte



-Ramón Vargas

Caronte, el transportista del infierno (el Antonio Marte dominicano) y favorito de Medusa, parece escapado de su barca para tomar el volante de miles de vehículos que transitan por el infernal tráfico dominicano.

Después de que Perseo decapitó a su patrona, dejando a su conductor desempleado, da la impresión que llegó a nuestro País a fastidiar la tranquilidad de todos lo que a diario nos vemos en la necesidad de transitar las calles que, en cada esquina, son un verdadero desafío para esquivar la muerte que nos acecha.

He tenido la suerte de viajar a lo largo de mis años (que ya son setenta, gracias a papá Dios) por muchos lugares y capitales y puedo asegurar que, si no somos los primeros en desorden y caos en el ámbito vial, estamos cerca. Y lo que es peor, todo se agudiza y no vemos voluntad en buscar soluciones.

A finales del pasado siglo, hubo un intento de organizar y mejorar el transporte de la capital cuando nombraron al ex guerrillero, Hamlet Herman, al frente de ese departamento; pero inmediatamente, los beneficiarios del caos y la desorganización, le armaron una guerrilla.

Gobiernos vienen y van y cada día es peor el desorden con vehículos, sin las mínimas condiciones, empeorando el transporte; chóferes que no respetan las señales, los policías (que se supone deben regular el tráfico vehicular), chateando por teléfono, los guagueros, sembrando el terror con chatarras armadas de hierros como defensa, aterrorizando las calles… A todo esto, las respuestas de las autoridades es dejar que todo pase…

¿Para qué carajos seguir poniendo semáforos si ya nadie los respeta? Los motoristas, como James Bond, solo tienen licencia para matar y chocar… Cada vez que surge una tragedia y llega el tema a los medios, nos duermen con el mismo cuento: propuestas y soluciones que nunca se aplican y nadie cumple.

No hace mucho, una tal de los Santos, se paseaba, como vedette, todos los días por los medios y el Congreso hablando de un plan integral para solucionar el problema; hoy nadie se acuerda del plan y de ella menos… En nuestro País, para todo hay un plan y reglamentaciones; al final, si es que las ratas y cucarachas lo permiten, terminan como papeles abandonados en el Archivo General de la Nación.

Para los pocos ciudadanos que todavía creemos en las reglas y manejamos respetando las señales, nos sentimos avasallados; y es estresante salir a las calles convertidas en selvas por inescrupulosos que no les importa atropellar a los demás.

Mientras tanto, que siga la fiesta de los terroristas del transporte, a ellos todo se les permite, porque, claro, son humildes padres de familias. Los que no tenemos dolientes ni familias, que somos ciudadanos que seguimos las reglas, continuaremos siendo los pendejos…

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