Cierto que en el país ningún partido gana elecciones sólo con los miembros registrados, lo que asusta y pone nerviosos a algunos estrategas y dirigentes políticos que muchas veces se precipitan en la concertación de alianzas o acuerdos coyunturales que terminan siendo erráticos o distanciando la posibilidad de alcanzar el triunfo.
En el caso de el expresidente Leonel Fernández-Fuerza del Pueblo y un PLD muy desacreditado y con miembros de su cúpula y figuras claves del pasado gobierno con cargos graves en la justicia, los riesgos de una mala junta y de una mezcla dañina e innecesaria parecerían muy claros y a la vista, por lo que si alguien del sector que polariza el escenario y las posibilidades para el 2024 con el presidente Luis Abinader se equivoca, es porque quiere.
El doctor Fernández, victima de traiciones e ingratitudes más viles por parte de compañeros del partido que llevo al poder a los que hizo funcionarios importantes de sus tres gobiernos y convirtió figuras, salió de esa organización que pisoteó los principios del profesor Bosch, por las mismas razones de vergüenza y de moral por las que, en términos institucionales o formales, no podría ni pasar cerca de allí. Con su renuncia y salida del “estercolero”, como definiera el doctor Castillo al PLD en un momento de gran perturbación por acciones incontroladas y destempladas de los detentadores del poder, Leonel marco diferencia y referente, y de ahí el posicionamiento alcanzado, donde hoy parece correr por el carril de adentro con miras al 2024.
El solo coqueteo de alianza en doble dirección, confirmado por el dirigente verde Radhamés Jiménez y el morado Abel Martínez, cierto que sería para Leonel “una emboscada, una trampa mortal, que mancha su paso a la historia”, como advirtiera el doctor Vincho Castillo al anunciar una “pausa” en las estrechas relaciones políticas con el doctor Fernández. Este se ha defendido de la celada y ha mantenido que su alianza es con el pueblo, mientras el ex vice Alburquerque dijo temprano que la alianza posible era con el pueblo, la base del PLD, pero “no con su cúpula corrupta”.
Esa base, que junto a disgustados, silentes y conscientes pudieran hacer la mayoría necesaria, sigue llegando sola. Entonces ¿por qué hablar de alianza, si esto pudiera frenar la estampida y sangría del PLD? El golpe de efecto con la gran marcha del día primero debe ser una alerta para neófitos y estrategas. Tiene muchas lecturas y se cayeron varios mitos: que la FP no tenía estructura, Leonel sacó músculos y alegada “alta tasa” de rechazo, por ejemplo. Creo que su plan de volver sería para reivindicar errores y de “travesuras” de otros en sus gestiones, a los que les delegó poder hasta hacerse daño propio).
Y, con su visión de modernidad, transformación y de desarrollo que le caracteriza, hacer un gobierno para la historia. Eso no se alcanza en alianza o en ruta con malas compañías, porque lleva a pensar que no hay diferencia, que “todos son iguales” y que “aquí no pasó nada”. Entonces, para el éxito y un retorno con rostro nuevo tendría que liberarse temprano de escollos y de escorias, muchos en el paquete que le traicionó y uno que otro del propio entorno, a los que, de volver al poder para “adecentar la política “, como una vez dijo, tendría que mantener a rayas, aun cuando a “leales y útiles”, de los no se pude prescindir, enviar bien lejos, fuera del alcance de la vista de propios y de críticos.
En fin, ante realidades políticas y rumores y aprestos de alianza
FP- PLD, quizá cabria lo de: “ni tan lejos que no alumbre al santo, ni tan cerca que lo que queme”. De lo último hay un mayor riesgo.
Por LUIS ENCARNACION PIMENTEL
EL AUTOR es periodista. Reside en Santo Domingo.