Prepararse para ser candidato en el 2028



Isidro Toro Pampols

Todo aquel que aspire en el futuro un cargo de elección popular debe aprovechar la oportunidad que le ofrece las elecciones generales del 2024 y realizar su mapa de éxito con miras a triunfar en el 2028.

Antes de comenzar a trazar dicho mapa y emprender el camino, el aspirante debe tener claro por qué va a ingresar en política y particularmente querer ser candidato en un futuro cercano.

La motivación es fundamental ya que, sin el positivo estímulo al momento de la campaña, corre el riesgo de fracasar a pesar de contar con recursos e incluso apoyos importantes ya que, en el transcurso de la misma, se le presentarán problemas a los que deberá enfrentar estando emocionalmente preparado porque ser candidato, a cualquier posición, te cambia la vida.

Claro, entre el 2024 y el 2027, en medio de su campaña encubierta bien planificada, debe ganar en experiencia. Para ello es esencial poseer un profundo conocimiento de sí mismo y sentirse la persona más indicada para llevar adelante un programa político que pueda servir a la ciudadanía.

Hemos mencionado la frase campaña encubierta y esto es fundamental para ese periodo de ser candidato “in pectore”, o sea, no revelado. Veamos algunos aspectos que debe tener en cuenta para iniciar su carrera hacia el éxito electoral.

Primero, diseñar una campaña encubierta. Sin anunciar que aspirará el 2028, aprovechar la oportunidad que ofrece el escenario electoral del 2024 para participar en reuniones, conocer las opiniones de los comunitarios relacionadas con los diversos tópicos que afectan a las colectividades, comenzar a relacionarse con personas de interés y que son factores multiplicadores por ser referentes en la formación de la opinión de colectivos determinados y detectar esos puntos geográficos que congregan electores.

Esto es importante porque el candidato a cualquier posición debe tener una cosmovisión de los temas que atañe a la localidad, más allá de los señalados por una fría encuesta o la referencia de terceros.

Segundo, focalizar las asociaciones que puedan generan valor agregado a su futura candidatura, tanto por el conocimiento que le aportará como por la proyección que logrará. Afiliarse a una ONG dedicada a la preservación de un hábitat definido, por ejemplo, en el año preelectoral llama la atención y puede verse como una maniobra.
Pero si el aspirante ingresa en este tiempo, para el 2028 habrán pasado casi cinco años y muchos de los “colegas” de agrupación serán militantes en su futura candidatura.

Lo anterior coadyuva hacer buena la sentencia de Simon Sinek, el escritor y motivador ingles quien afirma: «Aquellos que realmente lideran son capaces de crear seguidores que actúan no porque fueron influenciados, sino porque fueron inspirados.»

Tercero, suscríbase a medios de comunicación y redes sociales regionales. Allí encontrará noticias y opiniones que difícilmente verá en la gran prensa.

Hoy, con las plataformas digitales podrá construir un menú de opciones que le facilitará el conocimiento de temas locales y el sentir de muchos factores de multiplicación. Seleccione para no abrumarse, pero no deje de hacer la tarea.

Cuarto, ingrese al comando de campaña de algún alcalde o regidor para este año electoral 2024. También de algún candidato a diputado o senador.

Hágalo en el partido por el que usted simpatice y aspire que le apoye en el 2028. Esto le servirá para observar sobre el terreno como se desarrolla una campaña electoral y, además, algo de gran importancia, conocerá como el partido escoge a sus candidatos.

Vivirá la conducta organizacional tanto de la campaña como de la agrupación partidaria. Será una experiencia que no ganará en los textos o las charlas. Podrá identificar ítems de valor que la dirigencia y militancia valora a la hora de escoger a sus representantes en una justa electoral.

Escucho recurrentemente que para ser candidato y exitoso se requiere ser alabardero y servil de los “jefes”, o sea un “quita polvo” y contar con mucho dinero. El país ha cambiado en lo que va de siglo XXI.

Tenemos un electorado que cuenta con una franja de votantes pensantes que crece con el tiempo. Estos sectores generan opinión y las direcciones políticas no están ajenas al fenómeno y quienes lo han obviado, están en la trastienda esperando tener alguna importancia en cualquier coyuntura electoral, mientras otras en el zafacón.

Me permito traer a esta reflexión la frase de la antropóloga Margaret Mead (1901-1978), quien en 1935 planteo lo que para su tiempo era una idea revolucionaria y la misma se resume en que, por ser la especie humana enormemente maleable, los papeles y las conductas sexuales varían según los contextos socioculturales, siendo precursora en la utilización del concepto de “género”, hoy ampliamente manejado. Veamos su mensaje: «Nunca dudes que un pequeño grupo de ciudadanos pensantes y comprometidos pueda cambiar el mundo. De hecho, es lo único que lo ha logrado.» Hoy los partidos van cambiando, al paso, quizás no a la velocidad que algunos desean, pero transitan el sendero, de lo contrario, la sociedad los cambiará a ellos y, de eso, sobran los ejemplos.

Si una persona miembro de una agrupación política hace sus labores de precandidato con honestidad y diligencia, y si no hay otro en la escena con trabajo similar y mismas cualidades, un partido político difícilmente lo soslayará por dos razones: una, por ser un valor formado al que la organización no le ha costado prácticamente nada siendo un activo que no ha generado pasivos.

Segundo, la marca perdería un abanderado que no solamente gozaría de apoyo en las bases, sino en la comunidad donde ha hecho el trabajo y se ha proyectado.

Las agrupaciones políticas deben ayudar a canalizar estas inquietudes de futuros aspirantes. Es un camino para combatir la desafección. Esta palabra la define el diccionario de la Real Academia Española como la “circunstancia de no sentir afecto o estima por algo”.

La crisis de la democracia actual, especialmente en Iberoamérica, pasa por una relación difícil de los ciudadanos con la política partidista y quizás no sea la única vía, aunque si de las mejores, para revertir ese estado de anomia es con la participación entusiasta de muchos candidatos bien formados y con deseos de servir.

Cierto es que las comunidades los ven con desconfianza y los trata “políticamente” cuando se presentan solamente en el año electoral. Por ello, en beneficio del partido, del sistema político y de la sociedad, las agrupaciones deben adelantar programas de formación de dirigentes que, viendo el 2028, trabajen desde hoy por un futuro mejor para el país.

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