Isidro Toro Pampols
El lunes 21 de agosto del presente año se formalizó la Alianza Opositora Rescate RD 2024 entre el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), Partido Liberación Dominicana (PLD) y Fuerza del Pueblo (FP). En torno a este hecho han girado muchas opiniones, algunas parciales y otras más analíticas.
Nosotros vamos a señalar algunos ítems que pueden coadyuvar a formarse una idea que vaya más allá de la propaganda partidaria.
Primero. Las alianzas son hechos saludables para la democracia. Que los partidos puedan entenderse en temas tan álgido como las candidaturas en tiempos de elecciones es buena señal.
Veamos el espejo de España, que en los últimos años ha confrontado graves problemas para conformar gobiernos, en el marco de su régimen parlamentario, por las líneas rojas que se han trazado algunas agrupaciones políticas sobre ciertos temas que rompen puentes.
Segundo. La crítica a las alianzas. En República Dominicana se han hecho acuerdos prácticamente entre todos los partidos. La FP y el PRM lo hicieron en el 2020, el PLD y el PRSC en 1996. Entre esos dos hechos, se han dado acuerdos variados y de diferentes alcances, algunos institucionales otros personales. Todos válidos, con sentido práctico sin perder de vista el interés nacional.
Criticar los pactos por sus actores, es ejercer el derecho a esgrimir falacias propias de los sofistas. Aquí todos harán convenios. El Partido Revolucionario Moderno (PRM) no se quedará atrás y cada uno las publicitará dentro de la línea estratégica previamente definida.
Tercero. Se sacan cuentas sobre el alcance territorial y la cantidad de cargos involucrados en los pactos. Desde el ángulo de las estructuras partidarias, la mayor cantidad de acuerdos debería producir mayor cantidad de cargos para las organizaciones y eso beneficia orgánicamente a los partidos porque muchos de sus dirigentes lograrán posiciones que lo beneficiaran en sus carreras políticas.
Con la Alianza la oposición seguramente obtendrá más alcaldes y directores municipales que sin ella, no olvidemos que en las elecciones municipales se aplica la norma de la mayoría relativa.
Cuarto. En las grandes demarcaciones, léase el Gran Santo Domingo, Santiago, San Cristóbal, La Vega, entre otras, la Alianza deberá buscar llegar a convenios porque el impacto propagandístico va a ser imponente si el PRM gana esas plazas, aunque la diferencia de votos a nivel nacional sea considerable entre el Gobierno y la oposición.
Quinto. La oposición debe sumar más votos en sus tarjetas que el bloque gubernamental, lo que consolida la idea de una doble vuelta en las elecciones presidenciales de mayo. El Gobierno estimulará la abstención de los contrarios con la idea de obtener mejores resultados.
Si la oposición va dividida en el Distrito Nacional y otras grandes demarcaciones electorales, algunos electores no sentirán la motivación de ir a ejercer su derecho. Recordemos que la abstención siempre es mayor en las municipales.
Eso podría favorecer al PRM y, aunque es circunstancial, la propaganda que se desplegará en torno al resultado lo hará ver como definitivo. La razón es sencilla. Todo aquel que simpatiza con el Gobierno mayoritariamente es proclive a votar en ambas elecciones y el PRM lo sabe.
El acto del día 21 fue el primero de una serie que se harán dentro de un plan táctico que responde a una estrategia que, en principio, ha roto la percepción de un resultado definitivo en la primera vuelta en mayo.
El PRM responderá con el suyo. Ahora bien, según mi óptica, presentándose tres candidatos con partidos fuertes que los apoyan, es altamente probable que haya doble vuelta para escoger al presidente de la República.
Visto así, el PRM tiene un grave problema: si no polariza, se le pondrá lejos la cota del 50% más uno en las elecciones de mayo. Y si lo hace, dejará muy bien posicionado a su contendor para la segunda vuelta lo que significará un real peligro para la reelección.