Lágrimas de la periodista Doris Pantaleón



Por Carlos Nina Gómez

Dr Balaguer, visto por un psiquiatra -sus tres vidas-, de la autoría del reputado médico José Miguel Gómez, es un libro que comencé a leer hace unas semanas.

Pero lo puse en pausa para que -en mis momentos de lectura- ocupe espacio “Juntos lloramos: Historias que no se olvidan” escrito por la veterana periodista Doris Pantaleón.

La obra, con un volumen de 307 páginas, tuvo su lanzamiento el pasado 12 del cursante mes. El escenario: Sala Aída Cartagena Portalatín de la Biblioteca Nacional Pedro Henríquez Ureña.

Cuando vi la portada, con un diseño bien logrado y el título impresionante, quedé impactado. Y no vacilé en decirle a una de las dos jóvenes que estaban al frente de la mesa a cargo de la venta de los ejemplares: “Mira, dame uno y que la autora me lo firme de inmediato”. Eran las seis y treintiocho minutos pasado meridiano.

Por consiguiente, ya se había marchado la tarde y no había espacio para el tiempo vespertino. El acto para el lanzamiento de la singular obra estaba pautado para comenzar a las siete de la noche. ¡Ya el lugar estaba atestado de gente!

Las lágrimas de Doris Pantaleón, quien cerró la actividad con un breve, pero sustancioso discurso, casi llegaban a sus mejillas, pero finalmente se atascaron.

Como lo plasma en el libro, en uno de los reportajes que preparaba para publicarlo en el periódico Listín Diario, lágrimas llegaron a rodar por el teclado del computador.

En efecto, -no abuso de un léxico hiperbólico-, tampoco dudo de que las lágrimas de la audaz redactora anegaran, en abundancia, sus mejillas.

Que lo sepa toda la lectoría: Juntos lloramos: Historias que no se olvidan no es un libro común. ¡Es un texto para la perennidad literaria dominicana!

Una obra escrita con verdadero sentimiento, sin ningún dejo de hipocresía, que narra una realidad concerniente a la deteriorada salud que acogota principalmente a los sectores más marginados de la controvertida sociedad dominicana.

Doris, con esta obra te cubres con toda la gloria y llegas a la inmortalidad del periodismo nacional. Y que nadie ose discutirlo porque la verdad que se lee en todo su contenido flota como el corcho en medio del mar.

Entonces, os proclamo que me siento orgulloso y privilegiado de ser colega de Doris Pantaleón.

Y escucha bien Dorina (así la bauticé cuando éramos compañeros en la redacción central de Listín Diario), con la producción de este libro tuyo, me convenzo de que no todo está perdido en el universo del ejercicio que marca al convulsionado y muchas veces cuestionado periodismo dominicano.
Salud…

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