Cooperativas agrícolas e igualdad de género



Isidro Toro Pampols

La mujer al igual que las cooperativas, desempeñan un papel fundamental en la producción rural en América latina, pero en muchas asociaciones no se practica el espíritu cooperativista con respecto a las mujeres.

Los estudios de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) han señalado, en variados documentos de trabajo, que la agricultura es la principal fuente de empleo e ingresos en las áreas rurales de los países en desarrollo, donde viven una cantidad importante de las personas pobres y hambrientas del mundo.

Las mujeres rurales desempeñan una función fundamental en las actividades agrícolas y en aumentar la seguridad alimentaria y nutricional, en calidad de agricultoras/productoras, trabajadoras y empresarias.

Sin embargo, las mujeres rurales tienen menor acceso que los hombres a los recursos y oportunidades que necesitan para ser plenamente productivas en la agricultura y garantizar la seguridad alimentaria, la nutrición y el bienestar de sus familias y de las futuras generaciones.

La FAO reconoce que las mujeres y hombres rurales, en conjunto, son la clave para erradicar el hambre y la pobreza extrema. Las mujeres se reconocen como agentes de cambio cruciales. En los países de bajos ingresos, las mujeres constituyen el 48 por ciento del empleo agrícola. En cuanto a las agricultoras, trabajadoras agrícolas, horticultoras, distribuidores, mujeres empresarias, emprendedoras y líderesas de las comunidades, estas cumplen una importante función en las cadenas de valor agroalimentarias, así como en la gestión de los recursos naturales como la tierra y el agua.

La desigualdad de género en la producción de alimentos tiene un coste para los países en desarrollo, tanto en términos económicos como sociales, así como a nivel nacional, local y del hogar.

Si las mujeres tuvieran las mismas oportunidades que los hombres, podrían aumentar el rendimiento de sus explotaciones agrícolas.

De este modo la producción rural total en los países en desarrollo podría aumentar y se reduciría el número de personas hambrientas en el mundo (FAO, 2011b: 6).

Las cooperativas desempeñan una función importante para superar las barreras a las que se enfrentan las mujeres y apoyar a los pequeños productores agrícolas.

Existen datos que muestran que las cooperativas eficientes tienen la capacidad de empoderar a sus miembros económica y socialmente y de crear empleo sostenible a través de modelos empresariales equitativos e inclusivos que sean resilientes a las crisis.

Sin embargo, la igualdad de género en muchas cooperativas sigue siendo un desafío. Los obstáculos a la participación de las mujeres suelen ser estructurales y la mayoría se basan en normas socioculturales a nivel local y de los hogares.
En la gran mayoría de los casos, los hombres son propietarios nominales de los activos de los hogares y así se les reconoce tanto por ley como por tradición. Como consecuencia de ello, las mujeres no tienen igual acceso a los beneficios y los ingresos.

Esta falta de acceso debilita la confianza en sí mismas de las mujeres, con lo que apenas alcanzan posiciones destacadas en las cooperativas mixtas y en la agricultura basada en el mercado.

Resalta la FAO numerosos ejemplos de todo el mundo que muestran cómo se puede empoderar social y económicamente a las mujeres rurales y mejorar de manera significativa su estatus a través de la participación en organizaciones de productores y cooperativas.

En República Dominicana es una materia pendiente y en un futuro cercano se deberá atender con la seriedad que el caso amerita.

Bibliografía: http://www.fao.org/home/es/

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