Desencantamiento

Isidro Toro Pampols

En sociología se utiliza el termino desencantamiento cuando un sector mayoritario de una sociedad reemplaza tradiciones, valores y emociones como motivadores del comportamiento sobre la base de criterios basados en la devaluación del acervo cultural en la precitada sociedad.

El concepto fue desarrollado, entre otros, por el sociólogo alemán Max Weber (1864-1920) quien lo aplicó para resumir el carácter de una sociedad occidental modernizada, burocratizada, secularizada, en plena Revolución Industrial, en que la comprensión científica era más valorada que la creencia, donde los procesos estaban orientados a metas mecanicistas y racionales.

La desacralización de la sociedad occidental ha sido parte de un proceso evolutivo en la medida que la ciencia y el laicismo han avanzado, generando una percepción de progreso que no siempre se compagina con la realidad ya que algunas de las calamidades de la humanidad, por ejemplo, algunos de los genocidios acaecidos en los siglos XIX y XX se han pretendido justificar sobre bases seudocientíficas por parte de sectores interesados que, en su momento, gozaron de simpatía en amplios sectores de la sociedad.

En nuestros países hispanoamericanos hay muestra de desencantamiento. La cultura urbana, que en sí mismo es una expresión normal de un tiempo y un espacio, en algunos exponentes exitosos exhibe la existencia de un desencantamiento que se expresa glorificando un abrupto rompimiento con valores tradicionales como la familia y todo lo que ello conlleva.

Otro indicador de desencantamiento lo vemos en los procesos electorales, donde el gran ausente es el planteamiento programático y si algún candidato se atreve a proponer una ruta coherente de acción, sencillamente la mayoría lo ignora. Esta realidad se observa en las elecciones municipales de nuestros países hispanoamericanos, donde se supone que el municipio es la institución más cercana al ciudadano y, a pesar de ello, triunfa la abstención.

Lo cierto es que estamos en un proceso cada día más acelerado de desencantamiento y pareciera que vamos hacia una anomia asiliente, o sea, una conducta desviada de la norma, en donde el individuo desarrolla una visión errada incluso de sí mismo.

Lo dramático es que observas en los medios de comunicación a importantes lideres sociales, políticos, empresariales, académicos, religiosos, gremiales, entre otros, dar fe de que están conscientes de esta realidad, pero poco o nada hacen más allá de anunciarlo a la espera que otro haga el trabajo.

El desencantamiento está allí, avanza y nada parece detenerlo.

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