Dando Jaque: Dos Sueños




Ramón Vargas

Anoche tuve un sueño ‐nada tiene que ver con Martin Luther King ‐, lo quiero compartir con ustedes, pero no jueguen números de la lotería, recuerden la sentencia del gran poeta Pedro Calderón de la Barca: «los sueños, sueños son».

Mi sueño, muy parecido a uno de la vida real, resultó en un mi primer viaje a la antigua Unión Soviética en la década de los 80 donde fui recibido, a pesar de ser un humilde hombre de barrio, como un jefe de estado.

Me esperaron con chófer, traductor, viajes en primera fila, lujosos hoteles y abundante comida.

Debo confesar que en principio me costó trabajo que mi estómago hiciera la transición de comer moro y plátano a los finos quesos, caviar y champán.

Eran los días del gobierno de Jorge Blanco, había mucha inquietud por lo que pasaba en nuestro País; me seleccionaron para que hablara en la escuela de cuadros de la Universidad Patricio Lumumba de Moscú.

Cuando terminé de hablar y la audiencia me despidió de pie con un fuerte aplauso, pensé que hasta el mismo Leonid Brezhénv, entonces secretario general del PCUS, me llamaría.

De esa lujosa vida desperté cuando llegué al aeropuerto y me robaron las pocas pertenencias y el maletero se quedó con los últimos cinco dólares: “en bola».

De vuelta al barrio, sabía que estaba en Dominicana. Dejando el pasado atrás, hablemos del sueño de anoche…

Soñé que vivíamos en un País donde habían ahorcado a los políticos que roban el sueño de los dominicanos.

Que habían cerrado el mercado de la Jiménez Moya, el que está entre la independencia y la George Washington.

Los niños estudiaban y los enfermos recibían asistencia. Cero delincuencia y podíamos conducir sin chóferes y motoconchistas imprudentes.

Que el Sur era verde como el Norte y las playas del Este eran de sus verdaderos dueños: los dominicanos.

Los jóvenes en los barrios practicaban deportes y jugaban ajedrez, y una policía profesional de ellos cuidaba.

De repente desperté, traté de volver al sueño, pero una terrible pesadilla lo impedía, tres rostros: Leonel, Danilo y Abinader.

Rezando tres padres nuestros y un ave maría pude despertar de esa demoníaca pesadilla.

Recordé que había dejado la puerta de la casa abierta, por suerte los ladrones estaban festejando las navidades con el dinero ajeno.

Es bueno soñar, debemos soñar, en mi caso buscaré agua vendita para que los protagonistas de mi pesadilla no vuelvan de nuevo.

Disfruten las fiestas, coman y beban moderadamente, manejen con prudencia; y no sean descuidados como yo, cierren bien las puertas.

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