Bi y tripartidismo en la historia electoral dominicana




Isidro Toro Pampols

Desde el inicio de la democracia representativa en 1962, los resultados electorales han oscilado entre el bipartidismo y el tripartidismo.

Frente a esta realidad los grandes partidos han reaccionado de distintas maneras buscando mantenerse en primera fila.

Sintetizando, en momentos intentan favorecer el bipartidismo colocando uno como el adalid de la honestidad y el resto como representantes de la corrupción. Otra táctica utilizada es polarizar entre patriotismo frente a enemigos del país.

Como estos, varios son los argumentos que se esgrimen cuando hay interés en mineralizar un escenario electoral bipartidista.

Pero también hay oportunidades en que surgen las explicaciones en favor de una tercera vía: romper la monotonía del marasmo democrático que en ocasiones se acentúa con el bipartidismo, fortalecer un grupo que, gracias a su presencia en los órganos legislativos e incluso en el Poder Ejecutivo, puedan promover programas específicos de interés de un movimiento o colectivo; un gobierno dividir a la oposición o viceversa, entre otras.

Colocaremos la línea sobre el 5 % de los votos obtenidos por un candidato para considerarlo parte de una tercera opción.

En 1962 se realizan las primeras elecciones democráticas posterior a la tiranía de Trujillo. Juan Bosch del Partido Revolucionario Dominicano (PRD) las gana con un 58.72% de los sufragios frente a un 30.08% del candidato de la Unión Cívica Nacional (UNC) Viriato Fiallo.

Alfonso Moreno Martínez, un luchador antitrujillista, fundador del Partido Revolucionario Social Cristiano (PRSC) obtuvo un 5.18%. Su candidata a la vicepresidencia fue Josefina Padilla, catedrática universitaria, médico, que también había luchado contra la dictadura.

Fue la primera mujer aspirante a esa posición. La pareja se hizo popular por la consigna: “Con Alfonso y Josefina la revolución camina”.
A pesar de sus credenciales, no logro mineralizar su partido entre los mayoritarios del país. En estas elecciones la abstención se situó en un 35.27%. Juan Bosch fue derrocado por un golpe militar en septiembre de 1963.

Tras la Guerra de Abril, el profesor Bosch regresó al país y se lanzó como candidato presidencial con su partido. Sin embargo, hizo una campaña en medio de la incertidumbre que se vivía por las circunstancias de la invasión que sufrió el país.

Fue derrotado por Joaquín Balaguer, quien obtuvo el 57.4% de los votos con el Partido Reformista (PR). Bosch alcanzó el 39.2% con una abstención del 24.39%. La polarización, además de otras situaciones que incidieron en el proceso, favoreció al resultado bipartidista.

En las elecciones de 1970 el principal partido de oposición, el PRD, se abstiene de participar por no considerar el ambiente político apto para unas votaciones transparentes.

Aquí surge una de las primeras diferencias de fondo entre José Francisco Peña Gómez y Juan Bosch, ya que el primero contemplaba que lo mejor era fortalecer el partido por la vía democrática y no dejarlo en el aire.

Al final, el PRD no participo dejando solo al oficialista Partido Reformista y otros grupos conservadores.

Balaguer se reeligió con el 57.11% de los sufragios y en la oposición aparecieron dos agrupaciones con relativa fuerza, la de Francisco Lora, del Movimiento de Integración Demócrata (MIDA) con el 20.41% de los votos y Elias Wessin y Wessin del Partido Quisqueyano Demócrata Cristiano (PQDC) con 13.63% de los resultados, presentándose un 36.43% de abstención.

Aquí se perfilaba una relación diferente a los polos Reformista de un lado y del PRD del otro, pero las relaciones de conveniencias impidieron que floreciera una tercera alternativa con estos partidos emergentes.

En 1973 el profesor Juan Bosch rompe con el PRD y el 11 de abril de 1974 José Francisco Peña Gómez concreta la coalición conocida como el «Acuerdo de Santiago», encabezado por el PRD e integrado, además, por el Partido Revolucionario Social Cristiano, el PQDC, el MIDA y el Movimiento Popular Dominicano.

Postularon las candidaturas de Silvestre Antonio Guzmán Fernández y Elías Wessin y Wessin.
Este “Acuerdo de Santiago” se presentó con tal fuerza que Balaguer inició una provocadora persecución política contra los dirigentes y simpatizantes del precitado grupo.

Los militares, identificados con Balaguer, llevaron un pañuelo rojo en la punta del fusil lo que provocó el retiro de la candidatura de Guzmán Fernández poco antes de las elecciones.

Balaguer con su PR obtuvo el 84.67% de los votos y el candidato de adorno Luis Homero Lajara Burgos, del Partido Demócrata Popular (PDP) un 15.33% de los sufragios, en unas elecciones con un 28.86% de abstención.

Aquí llegamos a un fenómeno prácticamente de monopartidismo gubernamental, ya que el PRD no estaba ilegalizado, aunque si impedido prácticamente de participar.

En 1978 el PRD repite como candidato presidencial a Antonio Guzmán Fernández, quien gana las terceras elecciones de la democracia dominicana moderna y las primeras libres desde 1962.

Guzmán Fernández logra el 52.36% de los sufragios, Balaguer (PR) el 42.99% y la abstención fue del 24.13%, una de las más bajas en la historia electoral dominicana.

Estas elecciones fueron muy sucedidas con la intervención de los presidentes de los Estados Unidos, Francia y Venezuela, exigiendo el respeto a los resultados, así como el llamado “fallo histórico”, disminuyendo la mayoría del PRD en el Congreso.

Durante el gobierno de Guzmán Fernández comienzan a agriarse las relaciones entre las distintas corrientes que surgían en el PRD que, finalmente, tuvieron consecuencias desastrosas para el histórico partido.

En 1982 gana Salvador Jorge Blanco del PRD con el 46.69% de los votos. Balaguer y su PR suman 38.62% y surge el Partido de la Liberación Dominicana con el profesor Juan Bosch como candidato quien obtiene el 9.82% de los sufragios.

Se rompe el bipartidismo que prácticamente venia desde 1966 entre el PRD y Balaguer. La abstención fue del 28.31%. Durante este gobierno, se agudizan las diferencias a lo interno del PRD lo que se reflejará en las próximas elecciones.

En 1986 Balaguer gana con el 41.55% de los sufragios. Jacobo Majluta del PRD obtiene el 39.22%, mientras que Juan Bosch con el PLD escala al 17.94%, lo que consolida el tripartidismo en el país. La abstención se registró en 27.77%.

Es importante para el recuento y para quien desee profundizar en el análisis, que la candidatura de Majluta fue la culminación de un proceso tenso por lo cerrado de los resultados, donde se puso sobre relieve la violencia incluso con un tiroteo en el Hotel Concorde de Santo Domingo.

José Francisco Peña Gómez, quien fue su contendor interno, reconoció el triunfo de Majluta pero este no quiso llevarlo en la boleta como vicepresidente aduciendo que prefería perder que ganar junto a Peña Gómez, y se le concedió el deseo.

Con un PRD disminuido por las divisiones y un Balaguer desprestigiado se realizan las elecciones de 1990. Balaguer, en medio de acusaciones de fraude, gana con el 35.35% de los votos, Juan Bosch suma el 33.79% con el PLD y Peña Gómez un 23.23% con el PRD.

El grado de insatisfacción ciudadana se refleja en un 39.47% de abstención. Se presenta un tripartidismo en un ambiente de anomia política en el país.

Las elecciones de 1994 marcan un antes y un después en la democracia dominicana. Lo primero, la abstención ha sido la más baja con un 12.09%, frente a una constante que ronda alrededor del 30%.

Estas elecciones también se tildaron de fraudulentas y se llegó al llamado “Pacto por la Democracia” con el fin de reformar la Constitución para establecer una nueva elección presidencial el 16 de mayo de 1996, con lo cual se separaban de las elecciones municipales y congresuales, que serían en mayo de 1998; prohibir la reelección en dos períodos consecutivos y establecer la segunda vuelta si ningún candidato obtenía más del 50 por ciento de los votos, así como reformas en el sistema judicial.

El registro oficial fue Balaguer con 42.29%, Peña Gómez, 41.55% y el profesor Bosch, 13.12%.

Las elecciones presidenciales se celebraron el 16 de mayo de 1996, con una segunda vuelta el 30 de junio.
José Francisco Peña Gómez con el PRD ganó la mayoría de los votos en la primera ronda, pero fue derrotado por Leonel Fernández (PLD) en el balotaje, luego de que el Partido Reformista Social Cristiano (PRSC), con su candidato Jacinto Peynado, diera el apoyo a Fernández.

En la primera vuelta y con una abstención del 21.32%, Peña Gómez obtiene el 45.94%, o sea, le falto poco más del 4% para ganar; Leonel Fernández 38.93%; Jacinto Peynado (PRSC) 14.99%. Tras estos resultados, el PRSC inicia un camino inestable que lo lleva a ser un grupo minoritario.

En el año 2000 el PRD con Hipólito Mejía gana en primera vuelta con el 49.87%, el candidato del PLD, Danilo Medina, llegó de segundo con 24.94% y al no obtener el apoyo del PRSC para la segunda vuelta, se retiró de la contienda. Joaquín Balaguer llegó de tercero con el 24.60%. La abstención alcanzo el 23.86%.

En el 2004 el PRD participa en medio sendas crisis, una económica del país y una interna por la implementación de la reelección presidencial lo que termino beneficiando a Leonel Fernández (PLD), quien pudo ser candidato gracias a la Reforma Constitucional, obteniendo el 57.11% de los votos, Hipólito Mejía (PRD) el 33.65% y Eduardo Estrella (PRSC) un 8.65%, con una abstención del 27.17%.

A partir de estas elecciones se instaura prácticamente un bipartidismo entre el PLD y el PRD hasta el año 2016, en que se divide el partido blanco para dar vida al Partido Revolucionario Moderno (PRM).

En las elecciones del 2008 se enfrentan Leonel Fernández (PLD) quien gana con el 53.83% de los votos, frente a Miguel Vargas (PRD) 40.48%, con una abstención del 28.56%.

Las elecciones del 2012 se debaten entre Danilo Medina (PLD) quien gana con el 51.21% frente a Hipólito Mejía (PRD) quien alcanza un 46.95% con un 29.77% de abstención. En estas elecciones participaron cuatro candidatos que no llegaron individualmente al 1.5% de los sufragios.

El 2016 el bloque de partidos que apoyan la reelección de Danilo Medina (PLD) obtiene el 61.74%; Luis Abinader con el novel PRM, 34.98%, con una abstención del 30.4%. El PRD, luego de la escisión del PRM, participa apoyando al presidente Danilo Medina. Los resultados ponen de bulto el mantenimiento del bipartidismo, pero ahora con el binomio PLD-PRM.

En las elecciones del 2020 revive el tripartidismo gracia a la división del PLD y la presencia de la Fuerza del Pueblo (FP). Gana Luis Abinader (PRM) con el 52.52%, frente al 37.46% de Gonzalo Castillo (PLD) y del 8.90% que obtiene Leonel Fernández (FP), con una altísima abstención del 44.71%. Recordemos que fue el año de inicio de la pandemia de COVID-19.

El multipartidismo ha tenido una influencia relativa quizás gracias a las alianzas electorales que lo ha difuminado en bloques liderados por cada partido central en las elecciones. Quizás la tercera gran tendencia ha sido y es la abstención, que poco o nada se hace por averiguar las raíces del fenómeno. Hoy, con una doble vuelta presidencial, la abstención favorece a los partidos gobernantes porque difícilmente quien no se anima apoyar en primera vuelta al gobierno, de presentarse al colegio electoral lo hace a favor de la administración actuante.

Este 2024 se presenta un escenario con tres partidos fuertes: PRM, PLD y FP. Todo dependerá de la visión estratégica especialmente de la FP y del PLD, para que estas agrupaciones tengan un largo recorrido más allá del 2024.

Cualquiera que haga alianza con el PRM sellará su suerte porque la diferencia en términos históricos y programáticos es de tal calibre, que el PRM disecará al aliado. Una alianza entre el PLD y la FP será viable, en términos de futuro, sobre la base de los acuerdos en que se concrete dicho convenio.

Ese pacto debe ser mineralizado antes de la primera vuelta presidencial aunque corran sus candidatos presidenciales en la misma, pero debe contener líneas concretas de actuación frente al gobierno por venir.

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