Dando Jaque: Ruidosa derrota de los Estados Unidos y la OTAN en Turquía



-Ramón Vargas

Las elecciones celebradas el pasado domingo 28 en Turquía, ganada por el rebelde Recep Tayyip Erdogan, donde Occidente apostó todo por el pro‐occidental, Kemal Kilicdaroglu, con la esperanza de estrechar el cerco a Moscú, terminaron en una dolorosa derrota que tendrá grandes consecuencias para la estrategia occidental.

Lo que se decidía ahí no era cualquier cosa… Turquía es un País vital para la estrategia de guerra occidental; el Bósforo, conocido como el puente que une Asia y Europa, es un estrecho que divide en dos la ciudad de Estambul y todo lo que pasa por ahí debe estar autorizado por el gobierno. Como si fuera poco, a través del Bósforo se pasa al Mar de Mármara, que da paso al Mar Egeo, conectando con Los Dardanelos, Ruta obligada que conduce al Mediterráneo, corredor vital para el comercio mundial.

Turquía es tan importante que no por casualidad los presidentes de los Estados Unidos incluyen ese País en su primer viaje por el mundo; cuando ocurrió la crisis de los misiles con Cuba y la URSS, en la década del 60, la condición que puso Rusia para negociar fue que Norteamérica desmantelara las armas que desde allí apuntaban el corazón de Moscú. Además de esto, Turquía tiene el segundo ejército más grande de la OTAN.

¿Por qué entonces, siendo Turquía un País tan importante y miembro de la OTAN, tiene este conflicto con Occidente?

La crisis comenzó el 15 de julio del 2016 cuando un intento de golpe de estado, dirigido por Felullah Gulen (protegido y auspiciado por Washington), intentó una fallida revuelta. Los servicios de inteligencia rusos conocían la trama y le pasaron la información a Erdogan y el golpe fue sofocado, situación aprovechada por el presidente turco purgando el ejército con 13 mil bajas entre apresados y dejado fuera de las filas. Los norteamericanos, que controlaban el ejército a través del Estado Mayor, perdieron el control; Erdogan pasó la jefatura al ministerio de defensa dirigido por leales de él. A partir de entonces, Putin y Erdogan mantienen estrechas relaciones por aquello de: «el enemigo de mis enemigos es mi amigo».

Tan es así que, en el pasado proceso electoral, el tema ruso ocupaba los principales titulares; mientras, Kilicdaroglu, llamaba a estrechar relaciones con Occidente, Erdogan hablaba de consolidar los lazos con Moscú, llamando amigo a Putin. En su primer discurso despertó la ira de Washington, llamó a formar una alianza con Rusia para convertir a Tracia en el centro gasístico de la región.

No sabemos hasta cuando un hombre impredecible como Erdogan mantendrá esa alianza, pero lo cierto es que ambos se necesitan.

Turquía, centro principal del antiguo imperio otomano, busca un espacio de principalía en la geopolítica mundial y, a diferencia de Macrón, Sholz y otros títeres europeos, sabe que bajo la sombra de Washington, no lo conseguirá.

Nadie debe sorprenderse si en los próximos meses Turquía decide salir de la OTAN, los movimientos y cambios en la geopolítica mundial llegaron para quedarse…

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