Guido Gómez Mazara lo dijo y se presentó



Isidro Toro Pampols

El dirigente político Guido Gómez Mazara presentó su precandidatura presidencial en un acto en el emblemático club San Carlos de la capital dominicana el pasado domingo 2 de julio.

En el mismo, reafirmó su línea doctrinaria diferenciadora, divortium aquarum, con respecto a la precandidatura del sector oficialista del Partido Revolucionario Moderno (PRM).

Primero, debemos destacar que el deslinde no lo hace sobre la base del improperio, propio de las controversias típicas de los partidos políticos de los años sesenta y setenta del siglo XX, hoy menos utilizadas, que se acusaban de revisionistas o derechistas, mentirosos, vendidos a la burguesía o al imperialismo y de allí no pasaban en el índice argumental.

No, Gómez Mazara articula una narrativa que se remonta en el tiempo a los años de la Independencia, la Restauración y desde allí construye un relato sobre bases históricas en que refiere con fluidez las grandes tendencias en el campo de las ideas políticas dominicanas, describiendo la actuación y el pensamiento de los trinitarios, Pedro Santana, el partido “Rojo” del “Jabao” Buenaventura Báez, el “Azul” de Gregorio Luperón y Juan isidro Jimenes, el “Verde” de Ignacio María González, los “Bolos” y los “Coludos”, tiempo donde rondan personajes como Ulises Heureaux “Lilís”, Horacio Vásquez, Ramón Cáceres, Federico Velásquez, Desiderio Arias Álvarez y muchos otros de la política vernácula de anteayer, ayer e incluso hoy, sin descuidar la pluma de un Américo Lugo y como este, a un grupo de pensadores que han forjado la herencia de la bibliografía política dominicana.

Sobre esa base, profundamente dominicana, ha venido construyendo un discurso político teniendo como base el pensamiento de José Francisco Peña Gómez, quien con su visión universal estudio en las fuentes de la socialdemocracia europea, entre otros, Willi Brandt, Olof Palme, Bruno Kreisky, Felipe González. Una combinación que intenta exponer una línea de pensamiento sin caer en los excesos de la ideologización propia de aquellos arcaicos de las “izquierdas” con sus clisés de trotskistas, revisionistas o derechistas o de las tendencias neoliberales contemporáneas.

Gómez Mazara plantea, según mi visión, un espectro (1) en cuyos ejes coloca en un extremo el pensamiento de la alta dirección gobernante del PRM y, en el otro, el suyo.

En el primero colocaremos la democracia de elites y, en la otra punta, la democracia participativa.
La experiencia en las elecciones internas del PRM en que las altas autoridades se eligieron mediante una convención de delegados, incluso estos escogidos antes de asumir el Gobierno, los coloca más cercano al eje de las “elites”, mientras él propugnaba una elección por la base.
Lo mismo plantea para la selección de candidatos para las elecciones municipales y parlamentaria, que la máxima dirección del PRM optó por el sistema de encuestas u otros restrictivos.
En el segundo, el liberalismo orientado a derechos individuales frente al comunitarismo.
Allí coloco, como ejemplo, su argumento del programa de 2,000 millones de pesos para apuntalar la sanidad privada, cuando la red de hospitales públicos muestra muchas deficiencias. Como ese, el discurso de Gómez Mazara tiende a promover el emprendimiento colectivo frente aquellos que benefician a pocos individuos.

Finalmente, la defensa del Estado benefactor enfrentado al antiestatismo neoconservador. Aunque reconoce que el Gobierno ha aumentado algunos programas sociales, SENASA y otros; hace hincapié en el gasto en publicidad que supera al de ministerios como el de la Mujer, Juventud o Deportes, inversión promocional que finalmente favorece a empresas privadas o pocos programas de apalancamiento dirigidos al débil social.

La política hispanoamericana, desde hace décadas, va por el carril de las concentraciones, consignas y la gritería del patio.

Pululan los astroturfers, expertos en contaminar el escenario político situándolo en un espacio de mercadeo de detergentes y lo poco argumental se reduce a “dimes y diretes” que, finalmente, asquean al ciudadano y alimenta un marasmo democrático generando una peligrosa anomia que nutre el antipartidismo.

Pocos adversan estas prácticas y algunos han cabalgado sobre estas y han tenido relativo éxito electoral.

Gómez Mazara tiene una visión de lo que ocurre en Latinoamérica. Estudia el desarrollo de la política norteamericana por estar claro de la relación existente entre ambas partes del continente.

Analiza con detenimiento, lo ha dicho, a políticos como Barack Obama, quien en el relato occidental se puede calificar como un liberal progresista.
Por el discurso de Gómez Mazara se me ocurre pensar que ha auscultado en la obra de Anthony Giddens y, sin entrar en detalles, va sobre esta línea de pensamiento sin amarrarse ni a esa, ni a otra escuela filosófica, ya que Gómez Mazara, finalmente, se parece más a un libre pensador en el sentido positivo de la frase.

Gómez Mazara no endilga aviesa intención a la alta dirección del PRM. No, solamente deja claro que transitan algunas veredas equivocadas.
Veremos qué pasará con sus aspiraciones.

1) Este espectro se basa en el establecido por Jean L. Cohen y Andrew Arato en su obra Sociedad civil y teoría política. Fondo de Cultura Económica. México. 2001.

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